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viernes, 25 de octubre de 2013

Mutilar el alma colectiva

Folleto informativo sobre el nuevo sistema público de salud en 1948

Con el documental «El espíritu del 45», el director británico Ken Loach, ha realizado una gran película que -al menos en mi caso-, conmueve y transmite emoción, inquietud y nostalgia a partes iguales. A través de una serie de imágenes de la época y de diversas entrevistas actuales con viejos ferroviarios, mineros, enfermeras, médicos y algún sociólogo y analista político, da cuenta del extraordinario ambiente en el que se originaron las principales estructuras del sistema de protección social creado en el Reino Unido tras la II Guerra Mundial… y de cómo la irrupción de las políticas neoliberales supuso, años más tarde, el inicio de su desmantelamiento.

En 1989 tuve la suerte y el privilegio de conocer al Dr. Julián Tudor Hart, en el transcurso de un viaje a la Universidad de Swansea, en Gales, para conocer el funcionamiento del NHS, que ya entonces comenzaba su declive. Le visitamos en su casa de Glyncorrwg, donde todavía ejercía su brillante actividad como GP y nos recibió con enorme amabilidad. Resulta emocionante contemplar en la película cómo, a los 86 años de edad, aún mantiene su entusiasmo y los mismos ideales de justicia social que siempre inspiraron el desarrollo de su carrera y su labor profesional… 

En nuestro caso, el documental trasciende además el marco y el contexto histórico en que se desarrolla, para convertirse en precisa y oportuna denuncia, aviso y llamada de atención para toda suerte de navegantes distraídos (y casi me atrevería a decir de obligada visión para los trabajadores de la sanidad de este país).

Transcribo algunos fragmentos de las críticas cinematográficas publicadas:

“La historia se repite en estos tiempos de crisis encubridora del fraude económico perpetrado por ciertos políticos y banqueros. De ahí que vuelva a lucharse por la preservación de elementos básicos como la sanidad y el transporte públicos.”
Lluis Bonet Mojica (La Vanguardia, 13-9-2013)

“Observando la realidad española, donde la denigración de lo público (vía neoliberalismo de señoritos católicos) forma parte de nuestro menú diario, el nuevo documental de Ken Loach se hace muy necesario.”
“Un documental sobre la comunidad, lo público y cómo destruirlo en pocos años.”
Eduardo Costa (Cinemanía)

“…para nosotros, El espíritu del 45 no es un bienintencionado artefacto diseñado para despertar conciencias a través de la memoria, sino una suerte de mensaje caído del cielo (o de otra realidad espacio-temporal) que disecciona nuestro presente como una redundancia del thatcherismo.” (…)

“La enseñanza pública de nuestro país debería programar excursiones masivas a las salas donde se proyecta esta película: el trabajo de Loach permite entender, con claridad meridiana, lo que gana una sociedad con la extensión de sus servicios públicos -la educación, la sanidad, el transporte…- y cómo acaba mutilando el alma colectiva la voracidad privatizadora que ahora mismo nos está convirtiendo en repetición de la jugada de quienes sufrieron los mejores años de Margaret Thatcher…”
Jordi Costa (El País, 13-9-2013)

Sorprende –hasta cierto punto- como señala Joaquín Estefanía en una columna a propósito de la película, que ahora se hayan olvidado algunas de las medidas sociales más importantes que la sociedad europea hubo de poner en marcha en la posguerra, y cuya finalidad principal era evitar el paro y el sufrimiento provocado por la miseria, la pobreza y la enfermedad. En realidad, hoy “lo que está en juego es el modelo social europeo, la mejor utopía factible de la humanidad”  y estamos asistiendo al “triunfo de la ideología de la revolución conservadora sobre la razón.”

No sabemos muy bien cómo será el futuro del NHS, pero podemos asistir en directo a su nacimiento a través de las voces de sus principales artífices y protagonistas en los magníficos documentos sonoros de los archivos de la BBC.

En relación con el NHS y a propósito del progresivo desguace y privatización de que -con la excusa de la crisis-, vienen siendo objeto numerosos servicios públicos y sistemas de protección social, escribía muy duramente el periodista y escritor Jorge M. Reverte (Modelos. EL PAÍS 19-9-2013):

“Hace poco más de un año los telespectadores de todo el mundo asistimos con asombro a una demostración espectacular: la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres. Toda la ceremonia giró en torno a una institución, The National Health Service. Los ingleses se mostraban orgullosos de aquel montaje que fue ejemplo para el mundo. Fue una de las más desvergonzadas exhibiciones que se ha podido ver por televisión. Porque todo el mundo sabía que semejante cosa, el NHS, está destrozado de forma concienzuda. Margaret Thatcher y todos sus sucesores, Tony Blair incluido, se han aplicado en serio hasta conseguir que el sistema sanitario británico esté un puntito por encima del tanzano.

Pero se les ha quedado en la memoria de tal manera que siguen reivindicando el montaje como si el NHS funcionara aún con toda su alegría socialdemócrata. Aquí no nos funciona ni la memoria. Durante unos años, desde 1982, en España se construyó un sistema de educación y de salud que no tenía mucho que envidiar a los mejores de Europa en calidad, tecnología y profesionalidad de los funcionarios que lo hacían andar todos los días. Ese sistema se está desarbolando con la misma eficacia salvaje que se aplicó en Gran Bretaña. Todavía no estamos en esos niveles de miseria que se respira, por ejemplo, en las salas comunes de los hospitales de Manchester. Pasa lo mismo en otros terrenos: los trenes, que fueron también un orgullo de esa nación, se van rompiendo por todas las esquinas. Los españoles todavía andan y son, además, puntuales.

Londres nos envía brillos cegadores desde la City, donde una cuadrilla de ladrones vestidos con elegancia manipulan los tipos de interés mientras se toman unas pintas en pubs como el Black Friars. Hacia ahí vamos, conducidos por Rajoy. En pocos años, podremos presentarnos de nuevo al COI. Orgullosos de nuestra chatarra.”

Mientras tanto, si tienen oportunidad, (al parecer solo circulan ocho copias en toda España, lo que la convierte en algo casi clandestino), procuren no perderse esta hermosa película, un puente entre la nostalgia militante y el presente.


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