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martes, 6 de enero de 2015

Cirugía circa 1900

Fotograma de la serie The Knick

“La historia de la cirugía (…) se inicia en 1846 con el descubrimiento de la anestesia y, por tanto, con la posibilidad de operar sin dolor. Todo lo anterior a tal fecha no pasa de ser una noche de ignorancia, sufrimiento y estéril tanteo en la oscuridad.”
Bertrand Gosset
La larga noche de la cirugía

La cirugía es seguramente el método o procedimiento de curación más antiguo, porque el tratamiento de las heridas fue muy probablemente una de las necesidades más acuciantes para la humanidad primitiva. De su carácter radical y resolutivo da idea el aforismo hipocrático: «lo que no cura el medicamento, lo cura el hierro y lo que no cura el hierro lo cura el fuego.»

Durante mucho tiempo la cirugía occidental, hija del horror y de la tortura, fue un oficio arriesgado y doloroso que, como dijo alguien, requería “la vista de un águila, el valor de un león y la mano de una mujer” y, quizás lo más importante para el paciente: ser muy rápido. Su principal actividad consistía en el tratamiento de las heridas de guerra, úlceras y amputaciones, extracción de muelas, drenaje de forúnculos, sujeción de hernias, extracción de cálculos vesicales y poco más.

A lo largo de la historia el espectro de la cirugía estuvo siempre muy limitado y su éxito estuvo poco claro hasta la aparición de dos innovaciones decisivas: la anestesia y la antisepsia, unido a la mejora de las técnicas de hemostasia y de los procedimientos de sutura. Durante la segunda mitad del s.XIX había ido conquistando las técnicas que impulsaron su eficacia alumbrando el amanecer de una larga noche que supuso el paso de la cámara de tormento a la sala de operaciones.

Ya hacia 1900, como describe de forma muy gráfica Roy Porter en un pequeño manual: “Blood and Guts. A Short History of Medicine”, (Sangre y tripas. Una breve historia de la Medicina), «las intervenciones quirúrgicas habían dejado de ser un espectáculo indecoroso de cirujanos con levitas ensangrentadas esgrimiendo un escalpelo en salas sucias con suelos polvorientos.» El cirujano, con su bata blanca y el rito litúrgico y solemne del lavado de manos, alcanza en ese momento un prestigio mítico, casi sacerdotal…

Una serie de referencia  

Estrenada en agosto de 2014 en EE.UU., The Knick es una magnífica serie de televisión que trata sobre la vida de un hospital de Nueva York a principios del siglo XX y narra las innovaciones médicas llevadas a cabo en el ámbito de la cirugía y las complejas relaciones laborales y humanas entre sus empleados. El hospital se inspira libremente en un centro semejante que existió en la ciudad a comienzos del siglo XX.

Dirigida por el prestigioso cineasta Steven Soderbergh, responsable también de la fotografía y del montaje, la serie, cuyos diez primeros episodios han sido rodados simultáneamente, como una película y no capítulo a capítulo, muestra con enorme realismo -cruda y descarnada, truculenta en ocasiones- algunos de los aspectos más oscuros de la atención sanitaria de la época. Un hospital privado en el que la ambición desmesurada, los recelos y envidias profesionales, los negocios turbios, los sobornos, el tráfico de cadáveres, la codicia del director y de los administradores del hospital están a la orden del día. Todo ello en un contexto en el que conviven la más rancia discriminación racial con la modernidad que representa la llegada de la electricidad y de los primeros automóviles. Por muy exagerado que pudiera parecer, un curioso libro escrito y publicado en 1910 por un cirujano, (Norman Barnesby, Medical Chaos and Crime), causó un enorme escándalo al describir un buen número de conductas inadecuadas y de comportamientos indecorosos por parte de los profesionales –enfermeras de noche borrachas, cirujanos incompetentes e insuficientemente formados, directores corruptos- incluso en los hospitales más prestigiosos.
      Un anfiteatro quirúrgico (c.1899). Burns Archive

Resulta tan fascinante como inquietante, asistir al descubrimiento, introducción e incorporación en la práctica médica habitual de un buen número de nuevas técnicas y procedimientos quirúrgicos, dispositivos, instrumental, medios diagnósticos –como el aspirador de campo, los atomizadores antisépticos, la electrocauterización, el endoscopio o los rayos Roentgen-. De hecho, se calcula que, gracias sobre todo a los avances en la anestesia y antisepsia, entre 1880 y 1890 se introdujeron más de cien nuevos tipos de operaciones.

El protagonista de la serie televisiva es un brillante cirujano (el Dr. John W. Thackery), adicto a la cocaína, que se dispensaba libremente y era utilizada entonces como anestésico (vid. Dagnino Sepúlveda J. Los cirujanos y la cocaína. Ars Médica vol.14 n.14). Este personaje, (al que da vida con una excelente interpretación el actor Clive Owen),  está inspirado libremente en la figura de William Stewart Halsted, jefe de cirugía del hospital John Hopkins de Baltimore, (uno de los llamados “cuatro grandes” junto a William Osler, el patólogo William Henry Welch y el ginecólogo Howard Atwood Kelly), y sin duda una de las figuras más importantes y emblemáticas en el desarrollo de la cirugía moderna. Halsted realizó la primera transfusión de urgencia en los EE.UU, descubrió cómo utilizar diversos anestésicos y puso en práctica diversas técnicas quirúrgicas, como la mastectomía radical que fue durante mucho tiempo el tratamiento de elección del cáncer de mama. Se sabe que Halsted se habituó al consumo de cocaína junto al de la morfina, por lo cual tuvo que someterse a una cura de desintoxicación en un centro de Providence en el año 1886.

Aunque con algunos ligeros anacronismos que le añaden tintes dramáticos, la serie cuenta con un riguroso asesoramiento médico. Por ejemplo, los cirujanos aparecen operando sin guantes quirúrgicos, aunque fue precisamente William Halsted quien introdujo su uso en 1890. Es conocido que encargó a la empresa Goodyear la fabricación de unos finos guantes de látex que impidieran la aparición de la dermatitis provocada por los desinfectantes, como el cloruro de mercurio y el fenol, en su enfermera de quirófano, Caroline Hampton, que poco después se convertiría en su esposa…

El Dr. Stanley Burns, un oftalmólogo fundador y responsable de la mayor colección privada de libros antiguos y fotografías históricas sobre medicina (The Burns Archive) es el principal asesor médico y encargado de velar por el rigor científico de la serie, que ha obtenido una excelente acogida y ha recibido críticas muy elogiosas, a la espera del resultado de varias nominaciones a algunos de los más importantes premios de la televisión.

Una serie muy recomendable e instructiva desde todos los puntos de vista.

Nota final sobre la innovación en cirugía

Han transcurrido más de cien años. Han cambiado el carácter y el tipo de las innovaciones pero, con carácter general, no existen disposiciones normativas que regulen la introducción, incorporación e implantación de innovaciones en el campo de la cirugía. Recordando alguno de los episodios de The Knick, se da la circunstancia de que hace unos días tuve ocasión de asistir a una interesante cena-coloquio donde se abordó la innovación y variabilidad de la gestión clínica quirúrgica y la necesidad o no de regulación normativa de la misma. Se partió del concepto de innovación referido al proceso de adopción y difusión de ideas, modalidades de práctica, tecnologías (aparatos y dispositivos) y procedimientos que han demostrado, de manera verificable, mejoras radicales o incrementales en la experiencia asistencial de los pacientes, en el uso de recursos y en los resultados en salud. Por regulación se entiende el conjunto de requerimientos normativos facilitadores del proceso de evaluación de las fases de concepción, aprobación, adopción y difusión generalizada de las innovaciones.

En relación con ello, se aludió al carácter y condición de “marcador vigía” de la cirugía como referente de la adecuación de la organización y calidad asistencial del sistema sanitario, así como de la capacidad de gestión del proceso de introducción de innovaciones y de sustitución de tecnología y procedimientos de valor declinante u obsoleto.

En la sesión se destacó la llamativa diferencia existente entre la exigencia regulatoria de los medicamentos, aparatos y dispositivos sanitarios o medios diagnósticos y las innovaciones en la práctica quirúrgica (técnicas o procedimientos), que carecen de ella, señalando los errores y resultados adversos asociados a la variabilidad injustificada de la práctica clínica, a la gestión opaca de la adopción y difusión de nuevas tecnologías, a la escasa evaluación de las medidas de seguridad y a la baja proporción de la adopción de tecnologías y procedimientos debidamente fundamentados en evidencia científica de eficacia y seguridad incrementales.

Sin llegar a conclusiones definitivas y más allá de la idiosincrasia y del carácter iterativo de su avance, como supuesta limitación específica de la cirugía para la evaluación clínica de sus innovaciones fundamentales e incrementales, sí cabe recordar aquí las aportaciones de la Australian Safety and Efficacy Register of New Interventional Procedures - Surgical (ASERNIP-S) dependiente del Royal Australasian College of Surgeons y única organización existente a nivel mundial especializada en la evaluación de tecnologías y técnicas quirúrgicas emergentes (v. esta presentación en el  Workshop 2008 de la Red Internacional de Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias INAHTA).

Mientras tanto, vean en The Knick cómo se llevaba a cabo el proceso de incorporación de las innovaciones quirúrgicas a la vuelta del s.XX. Y si quieren conocer algo más sobre la historia de la cirugía a lo largo del siglo XIX, pueden leer este libro: “El siglo de los cirujanos”, de Jürgen Thorwald, una obra tan entretenida y apasionante como una buena novela…
Por cierto la serie también tiene una cuenta de Twitter: @AtTheKnick 

P.S. Apenas 24 horas más tarde de publicado el post, el Dr. Carlos Campillo-Artero me hace llegar un correo en el que añade y comenta que el National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) cuenta también con un programa de evaluación de cirugía, iniciado en 2003 (NICE´s Interventional Procedures Programme). Para más información, ver su excelente artículo: Regaining Health Technology Assessment from Oblivion: Improving and Integrating Regulation of Drugs, Medical Devices, Diagnostic Tests and Surgical Innovations, en el libro colectivo recientemente publicado (nov.2014): Health Technology Assessment and Health Policy Today: A Multifaceted View of their Unstable Crossroads.

Quede constancia de ello...


martes, 6 de mayo de 2014

Ébola: amenazas y riesgos globales…

 Ebola in Guinea. 6 abril 2014. Foto: European Commission DG Echo (vía flickr)

“Estemos a la mira” (es decir, observemos atentamente, estemos pendientes), nos advertía Cervantes por boca del cura en el capítulo II de la 2ª parte de El Quijote, al sospechar la recaída del ingenioso hidalgo en su locura…
A mediados del mes de marzo pasado, la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) -un mecanismo de colaboración técnica entre redes e instituciones para identificar, confirmar y responder rápidamente a brotes epidémicos de importancia internacional- emitía un preocupante comunicado de alerta global: un brote de virus Ébola mataba a 59 personas en Guinea.

La noticia saltó a las primeras páginas de los periódicos y fue objeto de amplios y llamativos reportajes. Hoy, apenas un mes más tarde, ha desaparecido de la agenda informativa impuesta por los dictados de otra actualidad más inmediata.

De acuerdo con los datos facilitados por la OMS, hasta el pasado 1 de mayo, el Ministerio de Salud de Guinea había notificado 226 casos clínicos de enfermedad por virus del Ébola (EVE). Esta cifra incluye los casos confirmados por laboratorio, los casos probables y los sospechosos. De ellos, 149 fueron mortales, lo que supone una letalidad (casos/número de muertes) del 66%. De los 25 profesionales sanitarios que resultaron afectados, 16 fallecieron.

En Liberia, también a fecha de 1 de mayo, el Ministerio de Salud y Bienestar Social había notificado 13 casos clínicos de EVE, 11 de los cuales fueron mortales.

El virus Ébola es un RNA-virus de la familia de los filovirus (por su estructura filamentosa). Se denomina así por el río del mismo nombre en la República Democrática del Congo (antiguo Zaire), donde fue identificado en 1976 en el transcurso de un brote epidémico que afectó a ese país y a Sudán, y en la que de 550 casos fallecieron 470. No existe ningún tratamiento específico para la enfermedad, ni tampoco una vacuna que la prevenga. Desde su descubrimiento en 1976, se han detectado más de 2.600 casos (hasta hoy), de los que casi el 70% han sido mortales.
Virus Ébola. Foto: CDC. Cynthia Goldsmith

Se conocen cinco clases o especies (cepas) del virus Ébola (Ébola Zaire, Ébola Sudán, Ébola Bundibugyo, Ébola Taï Forest y Ébola Reston). Se considera que determinadas especies de murciélagos son los huéspedes naturales del virus Ébola en África, por lo que la distribución geográfica de los Ébolavirus puede coincidir con la de dichos murciélagos.

El virus del Ébola se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados. En África se han documentado casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva. Entre la población local de algunas de esas zonas la carne de murciélago es considerada como un manjar, por lo que su consumo también puede propiciar la infección humana.

Posteriormente, el virus se propaga en la comunidad mediante la transmisión de persona a persona, por contacto directo (a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel) con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales como saliva, sudor, orina o vómitos de personas infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos. El virus del Ébola se ha aislado en el semen hasta 61 días después de la aparición de la enfermedad en un caso de infección contraída en el laboratorio. El periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas iniciales, a veces inespecíficos) oscila entre 2 y 21 días.

La infección por el virus provoca un tipo de fiebre hemorrágica, una enfermedad muy grave que afecta tanto a los animales como a los seres humanos, y que cursa con malestar generalizado, debilidad intensa, fiebre alta de 39-40º C, intensos dolores musculares y articulares, cefalea, conjuntivitis, naúseas y vómitos, dolor abdominal, diarrea líquida y una erupción generalizada con hemorragias cutáneas, gastrointestinales, renales y oculares, con fallo o disfunción renal y hepática. La muerte se produce por un shock o fallo multiorgánico.

El único tratamiento posible es sintomático y de sostén, con soporte cardiovascular y cuidados intensivos. Los enfermos suelen presentar deshidratación severa, por lo que requieren la administración de fluidos por vía oral e intravenosa. Es fundamental el aislamiento de los pacientes y la protección del riesgo biológico para los cuidadores y el personal sanitario que presta su atención y servicios.

Antes de establecer un diagnóstico de EVE hay que descartar el paludismo, la fiebre tifoidea, la shigelosis, el cólera, la leptospirosis, la peste, las rickettsiosis, la fiebre recurrente, la meningitis, la hepatitis y otras fiebres hemorrágicas víricas (dengue, fiebre de Lassa, fiebre de Marburgo y otras). Las infecciones por el virus del Ébola solo pueden ser confirmadas y diagnosticarse definitivamente mediante distintos análisis de laboratorio.

Las muestras de los pacientes suponen un enorme peligro biológico, y las pruebas tienen que realizarse en condiciones de máxima contención biológica. Aún recordamos las inquietantes imágenes del personal sanitario embutido en sus trajes de protección, (botas, chaquetas, pantalones de aislamiento, monos de trabajo cerrados por varias partes, mascarilla, gafas, dos pares de guantes de goma y quirúrgicos), una imagen que la ficción cinematográfica ha popularizado en películas como Outbreak (“Estallido”, 1995) o Contagion (“Contagio”, 2011).

Hace pocas semanas, en plena efervescencia del brote, UNICEF reclamaba a la comunidad internacional unos 2,5 millones de dólares (apenas 1.8 millones de euros) para frenar el Ébola en África occidental. Luis Encinas, coordinador de emergencias de Médicos sin FronterasONG que junto a otras organizaciones trabajan junto a los enfermos con enorme riesgo de su vida, hacía también un dramático llamamiento: No podemos dejarles solos.

El primer brote de virus Ébola registrado fuera del continente africano se detectó en 1989 en Reston, una localidad del estado norteamericano de Virginia, a tan solo quince kilómetros de Washington, cuando apareció un brote en un grupo de cien macacos importados. Aunque la epidemia fue altamente letal en los animales, y seis de los encargados de su control dieron positivo al virus, en aquella ocasión no causó ninguna muerte entre humanos.

Sin embargo, deberíamos ser conscientes de que es solo cuestión de tiempo que alguno de estos virus se convierta en algo más que una simple amenaza, llegue hasta nosotros y desencadene una epidemia de incalculable alcance y dimensiones. Conviene por ello que, por la cuenta que nos tiene, y como bien nos advertía Cervantes, a pesar de las (evidentes) dificultades y penurias domésticas por las que atravesamos en nuestras latitudes, “estemos a la mira” y sepamos ayudar a minimizar esos riesgos globales que también nos afectan:


miércoles, 5 de marzo de 2014

Confesiones de una paciente amish: no tengo WhatsApp pero si GuaSa

Una entrada de Teresa Suárez Fernández para #CarnavalSaludFeb14

Pregunta 1: ¿Telemedicina o cirujano arrogante?

El uso de las TICs es de suma importancia en cualquier ámbito pero especialmente en el área de la salud, ya que el notable desarrollo de la tecnología médica ha permitido importantes avances en la formación sanitaria, en el conocimiento de las enfermedades y en la cura de las mismas.

Por ejemplo la telemedicina, basada en las comunicaciones y en la práctica a distancia, incluye tanto el diagnóstico y tratamiento como la educación médica. Una tele conferencia permite que un cirujano asista a una intervención quirúrgica, que se está realizando a miles de kilómetros, y que pueda aconsejar a los cirujanos que la están practicando. La cirugía robótica posibilita que el robot efectúe un proceso quirúrgico de una manera más precisa eliminando de la ecuación los posibles errores humanos achacables al agotamiento. Es un recurso tecnológico que aporta velocidad, precisión, fiabilidad y unas posibilidades infinitas de enseñanza, aprendizaje y práctica a distancia, pero también tiene inconvenientes, el principal su elevado coste. 

Además, ¿que pasa si en mitad de la operación se produce una caída del servidor por sobrecarga en la red? ¿Te quedarás con el apéndice a medias de extraer mientras aparece un cartel luminoso rojo que anuncia a aquellos que estén viendo por videoconferencia la teleoperación: "Lo sentimos. Estamos sufriendo un corte en el servicio. Nuestro equipo trabaja para arreglarlo tan pronto como sea posible. Gracias por su paciencia"?

Respuesta: mientras sea posible elegir prefiero, sin dudarlo, que me opere un cirujano (sobre todo si se parece al doctor Derek Shepherd de “Anatomía de Grey”) antes que R2D2  (el robot bajito de “La guerra de las galaxias”).


Está demostrado que las nuevas tecnologías conectan y promueven la colaboración entre centros educativos, el mundo laboral y los medios de comunicación, al igual que proporcionan medios para hacer llegar, en todo momento y a cualquier lugar, la formación "a medida" que la sociedad nos exige hoy en día.

Pregunta 2: ¿Formación a distancia o congreso?


Es indudable que las TIC permiten mejorar y potenciar la formación y el aprendizaje en múltiples aspectos, sí, pero también suponen una amenaza de extinción para esa parte de la comunicación humana que se nutre del contacto con los demás: completamos lo que somos dando a otros y recibiendo de ellos. El hombre ya no es un “ser social por naturaleza”, como afirmó Aristóteles, es “un ser social siempre y cuando tenga Twitter, perfil en Facebook, cuenta en Instagram, videos en YouTube y, por supuesto, WhatsApp”.

En la falsa privacidad que proporciona el ciberespacio es fácil liberarse de la ansiedad y el temor que pueden llegar a generar las relaciones sociales diarias con contacto directo. La contrapartida es que en ese mundo virtual, de relaciones virtuales, amigos virtuales y abrazos virtuales, en vez de desarrollar habilidades sociales que nos sirvan para la vida real se genera una tendencia creciente al aislamiento. Es habitual encontrar grupos de chicos y chicas sentados que, sin dirigirse la palabra, no levantan la vista de sus tablets o smartphones mientras escriben, a toda velocidad, mensajes a dos dedos dirigidos a gente que siempre parece más interesante que la persona que tienen al lado. Lo mismo ocurre entre parejas o cuando estás tomándote un café con alguien que se remueve inquieto cada vez que escucha el soniquete que le avisa de la entrada de un nuevo Whatsapp o Tweet.

Es tal la velocidad de contagio que ya existe nombre para los adictos a esta tecnología: síndrome FOMO (Fear Of Missing Out). Este miedo a quedarse “fuera de onda”, a perderse acontecimientos relevantes, empuja a los usuarios a publicar un sinfín de comentarios y fotografías con el único objetivo de dejar patente en las redes lo maravillosa que es su vida y ellos mismos. Tan estresante resulta esta necesidad de crear perfiles que nos definan como personas interesantes de cara a los demás, como el asimilar el enorme flujo de información que circula a través de las redes.


Respuesta 2: a la pregunta de si los cursos presenciales deben ser sustituidos por un aprendizaje completamente virtualizado (correo electrónico, páginas Web, foros de discusión, mensajería instantánea), por una educación únicamente a distancia, mi respuesta es NO. Quizá complementario pero nunca sustitutivo. El e-learning está bien pero no se puede comparar a un curso de verano en El Escorial.

Además no hay que olvidar aquello de “lo que pasa en un congreso, se queda en el congreso” máxima que nos vendrá de perlas en el caso de que, entre ponencia y ponencia, surja algún pequeño affaire con una médica cañón, un doctor macizo o una enfermera potente. Siempre será mejor que adentrarnos directamente en la Web 3.0 (camino evolutivo de la red que conduce a la inteligencia artificial) y enamorarnos de un sistema operativo diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario por mucho que este tenga la voz de Scarlett Johansson (argumento de la película “Her”, Oscar 2014 al mejor guión original).

¿No están de acuerdo?

viernes, 25 de octubre de 2013

Mutilar el alma colectiva

Folleto informativo sobre el nuevo sistema público de salud en 1948

Con el documental «El espíritu del 45», el director británico Ken Loach, ha realizado una gran película que -al menos en mi caso-, conmueve y transmite emoción, inquietud y nostalgia a partes iguales. A través de una serie de imágenes de la época y de diversas entrevistas actuales con viejos ferroviarios, mineros, enfermeras, médicos y algún sociólogo y analista político, da cuenta del extraordinario ambiente en el que se originaron las principales estructuras del sistema de protección social creado en el Reino Unido tras la II Guerra Mundial… y de cómo la irrupción de las políticas neoliberales supuso, años más tarde, el inicio de su desmantelamiento.

En 1989 tuve la suerte y el privilegio de conocer al Dr. Julián Tudor Hart, en el transcurso de un viaje a la Universidad de Swansea, en Gales, para conocer el funcionamiento del NHS, que ya entonces comenzaba su declive. Le visitamos en su casa de Glyncorrwg, donde todavía ejercía su brillante actividad como GP y nos recibió con enorme amabilidad. Resulta emocionante contemplar en la película cómo, a los 86 años de edad, aún mantiene su entusiasmo y los mismos ideales de justicia social que siempre inspiraron el desarrollo de su carrera y su labor profesional… 

En nuestro caso, el documental trasciende además el marco y el contexto histórico en que se desarrolla, para convertirse en precisa y oportuna denuncia, aviso y llamada de atención para toda suerte de navegantes distraídos (y casi me atrevería a decir de obligada visión para los trabajadores de la sanidad de este país).

Transcribo algunos fragmentos de las críticas cinematográficas publicadas:

“La historia se repite en estos tiempos de crisis encubridora del fraude económico perpetrado por ciertos políticos y banqueros. De ahí que vuelva a lucharse por la preservación de elementos básicos como la sanidad y el transporte públicos.”
Lluis Bonet Mojica (La Vanguardia, 13-9-2013)

“Observando la realidad española, donde la denigración de lo público (vía neoliberalismo de señoritos católicos) forma parte de nuestro menú diario, el nuevo documental de Ken Loach se hace muy necesario.”
“Un documental sobre la comunidad, lo público y cómo destruirlo en pocos años.”
Eduardo Costa (Cinemanía)

“…para nosotros, El espíritu del 45 no es un bienintencionado artefacto diseñado para despertar conciencias a través de la memoria, sino una suerte de mensaje caído del cielo (o de otra realidad espacio-temporal) que disecciona nuestro presente como una redundancia del thatcherismo.” (…)

“La enseñanza pública de nuestro país debería programar excursiones masivas a las salas donde se proyecta esta película: el trabajo de Loach permite entender, con claridad meridiana, lo que gana una sociedad con la extensión de sus servicios públicos -la educación, la sanidad, el transporte…- y cómo acaba mutilando el alma colectiva la voracidad privatizadora que ahora mismo nos está convirtiendo en repetición de la jugada de quienes sufrieron los mejores años de Margaret Thatcher…”
Jordi Costa (El País, 13-9-2013)

Sorprende –hasta cierto punto- como señala Joaquín Estefanía en una columna a propósito de la película, que ahora se hayan olvidado algunas de las medidas sociales más importantes que la sociedad europea hubo de poner en marcha en la posguerra, y cuya finalidad principal era evitar el paro y el sufrimiento provocado por la miseria, la pobreza y la enfermedad. En realidad, hoy “lo que está en juego es el modelo social europeo, la mejor utopía factible de la humanidad”  y estamos asistiendo al “triunfo de la ideología de la revolución conservadora sobre la razón.”

No sabemos muy bien cómo será el futuro del NHS, pero podemos asistir en directo a su nacimiento a través de las voces de sus principales artífices y protagonistas en los magníficos documentos sonoros de los archivos de la BBC.

En relación con el NHS y a propósito del progresivo desguace y privatización de que -con la excusa de la crisis-, vienen siendo objeto numerosos servicios públicos y sistemas de protección social, escribía muy duramente el periodista y escritor Jorge M. Reverte (Modelos. EL PAÍS 19-9-2013):

“Hace poco más de un año los telespectadores de todo el mundo asistimos con asombro a una demostración espectacular: la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres. Toda la ceremonia giró en torno a una institución, The National Health Service. Los ingleses se mostraban orgullosos de aquel montaje que fue ejemplo para el mundo. Fue una de las más desvergonzadas exhibiciones que se ha podido ver por televisión. Porque todo el mundo sabía que semejante cosa, el NHS, está destrozado de forma concienzuda. Margaret Thatcher y todos sus sucesores, Tony Blair incluido, se han aplicado en serio hasta conseguir que el sistema sanitario británico esté un puntito por encima del tanzano.

Pero se les ha quedado en la memoria de tal manera que siguen reivindicando el montaje como si el NHS funcionara aún con toda su alegría socialdemócrata. Aquí no nos funciona ni la memoria. Durante unos años, desde 1982, en España se construyó un sistema de educación y de salud que no tenía mucho que envidiar a los mejores de Europa en calidad, tecnología y profesionalidad de los funcionarios que lo hacían andar todos los días. Ese sistema se está desarbolando con la misma eficacia salvaje que se aplicó en Gran Bretaña. Todavía no estamos en esos niveles de miseria que se respira, por ejemplo, en las salas comunes de los hospitales de Manchester. Pasa lo mismo en otros terrenos: los trenes, que fueron también un orgullo de esa nación, se van rompiendo por todas las esquinas. Los españoles todavía andan y son, además, puntuales.

Londres nos envía brillos cegadores desde la City, donde una cuadrilla de ladrones vestidos con elegancia manipulan los tipos de interés mientras se toman unas pintas en pubs como el Black Friars. Hacia ahí vamos, conducidos por Rajoy. En pocos años, podremos presentarnos de nuevo al COI. Orgullosos de nuestra chatarra.”

Mientras tanto, si tienen oportunidad, (al parecer solo circulan ocho copias en toda España, lo que la convierte en algo casi clandestino), procuren no perderse esta hermosa película, un puente entre la nostalgia militante y el presente.


viernes, 6 de septiembre de 2013

'La epidemia' (Slawomir Mrożek)


Creo que fue mi amigo Joaquín Chacón quien me habló por primera vez de Slawomir Mrożeky me recomendó alguno de sus libros. Su condición de autor poco conocido, dramaturgo y también dibujante de comics, con un nombre tan impronunciable, le añadía además cierto atractivo misterioso y exótico. Enseguida reconocí en sus textos la familiaridad de los cuentos y microrrelatos de Augusto Monterroso, Giorgio Manganelli y otros ilustres maestros representantes de la ‘literatura breve’. La ironía cáustica, el surrealismo, la sátira irreverente y el humor negro e incorrecto del absurdo son (eran) algunas de las señas de identidad de este autor polaco, autoexiliado durante muchos años, que vivió en Italia, Alemania, Francia, y México, y murió en Niza el pasado 15 de agosto.

Reconocido en todo el mundo, sobre todo como autor teatral, su obra narrativa era prácticamente desconocida en nuestro país hasta finales de los años 90’s en que comenzó a publicarse por Acantilado. Con motivo de su octogésimo cumpleaños, la editorial publicó un pequeño opúsculo con ilustraciones del propio autor, que incluye uno de sus cuentos, una entrevista y un par de elogiosas reseñas.

En “La vida difícil”, uno de los libros recopilatorios de sus cuentos, incluye esta breve narración, que transcribimos a modo de pequeño homenaje:

LA EPIDEMIA

«Mientras fui niño, e incluso joven, no sospeché nada. Tal vez no me hablaron de ello para no asustarme. Pero más tarde lo descubrí y ahora ya sé con toda seguridad que en el mundo se propaga una extraña peste.

 El cólera, el tifus y otras plagas tienen sus nombres y sus síntomas. No se las mantiene en secreto. Cuando se produce una de estas epidemias, todo el mundo habla de ello y se produce un gran alboroto. Sin embargo -y es justamente esto lo más curioso-, los enfermos que contraen esos males se curan, no muchos, pero algunos sí, lo cual quiere decir que esas enfermedades no son mortales de necesidad. En cambio, la que he descubierto yo, mata sin remedio. Desde tiempos inmemoriales nadie, absolutamente nadie, la ha sobrevivido. Y sin embargo no se habla de ella, y cuando se habla, no se la llama por su nombre. ¿Acaso será porque nadie sabe cómo se llama? ¿Y porque ni tan sólo se conocen sus síntomas?

El cólera o el tifus aparecen de cuando en cuando y entonces todo el mundo tiene muchos conocidos que los contraen, pero después, durante decenas de años, no encuentras a nadie que enferme de tifus o de cólera. Ni aún buscándolo con candil. En cambio, la extraña peste de la que estoy hablando hace estragos siempre y sin parar. A medida que pasa el tiempo cada vez hay más conocidos tuyos que al parecer la padecieron y que a consecuencia de ella han acabado bajo tierra.

De modo que comienzo a sospechar que tiene algo que ver con el tiempo, lo que se puede apreciar muy bien en el caso de mi abuelo. Cuando era joven, vivía. Y también durante su mediana edad. Pero pasaron unos años más y ¿qué queréis? Ya no está. Simplemente está muerto. ¿Por qué vivió mientras era joven y más tarde ya no? ¿Por qué no al revés? Tiene que haber en ello una razón profunda.














Slawomir Mrożek


Si lo miramos con una perspectiva más amplia, la relación entre el tiempo y la peste se dibuja aún más nítidamente. Por ejemplo, ni un hombre, repito, ni uno solo de los nacidos antes de la primera mitad del siglo pasado sigue aún vivo. Es una regla absoluta. Fuera de cierto límite, la cantidad de años ya no tiene importancia. Respecto a los que murieron hace quinientos años estamos igualmente seguros de que ya no viven, como respecto a los que murieron hace quinientos setenta y tres o hace mil años. Sólo hasta cien años podemos todavía diferenciar algo. Sí, indudablemente, el tiempo tiene algo que ver con ello.

Así que se debería dar la voz de alarma, tal vez salir a la calle y echarse a gritar. En muchas ocasiones he sentido la tentación de hacerlo, además es obligación de todo individuo dar la voz de alarma si descubre un peligro público. Avisar, gritar en voz alta, indicarlo. La sociedad debería consolidarse y enfrentarse unida a la amenaza. No sé cómo… Para eso tenemos gobiernos, partidos políticos y, en fin, toda la organización social. Pero cada vez que salgo a la calle, no me sale la voz de la garganta. Tengo la sensación de que existe una conspiración de silencio. Y que cuando comience, me tomarán por loco, aunque saben perfectamente que lo que yo grite será la pura verdad. Y sólo fingen que no saben nada y no dejarán a nadie hablar de ello en voz alta. ¿Será un complot o qué? ¿Una confabulación? Pero una confabulación, ¿con quién?, ¿con la peste? Esto no me cabe en la cabeza.

De modo que no tengo más remedio que pensar yo mismo sobre las medidas preventivas. Porque poco a poco comienza a brotar en mí la sospecha de que todo eso no se refiere sólo a conocidos o desconocidos míos, a gente que había existido y que ya no existe, a quienes están ahora y más tarde no estarán. Porque, ¿qué pasa si yo mismo estoy amenazado? Antes me parecía imposible, simplemente no pensaba en ello. Pero ahora…

Porque estoy vivo, y en eso precisamente debe consistir esta enfermedad. Sí seguramente en eso.

¿Acaso yo también habré de morir a causa de ello?»
_________________

Por alguna curiosa y extraña asociación de ideas este relato me ha recordado al anatomista y fisiólogo Marie François Xavier Bichat quien, a principios del siglo XIX, escribía en sus Investigaciones fisiológicas sobre la vida y la muerte (1800):

«Se busca la definición de la vida en ciertas consideraciones abstractas; y a mi parecer solo se encontrará  en este principio general: la vida es el conjunto de funciones que resisten a la muerte.»

En fecha más cercana alguien dijo, con no poca ironía y un punto de escepticismo e inquietud metafísica con los que Mrożek sin duda se hubiera identificado, que la vida es una enfermedad hereditaria, que se transmite sexualmente, de curso bastante incierto, incurable y mortal…

En fin, uno de sus cuentos más celebrados es La revolución en el que se basa un estupendo cortometraje de 2002 galardonado con numerosos premios, dirigido por Juan Pablo Martín Rosete e interpretado por Miguel Rellán:

“Cuando trates de hacer una revolución, nunca llames a un banquero, llama a un poeta, pero ten por seguro que vas a necesitar la fuerza.”



In Memoriam Slawomir Mrożek.

jueves, 9 de agosto de 2012

‘Prometheus’: Atención médica en 2093

Muelle (Foto Virgipix)
Nota: He estado dudando acerca del lugar más apropiado para colgar esta entrada: en el blog Regimen Sanitatis 2.0, con unas pretensiones digamos algo más “serias” o “profesionales”, o en El Frikismo ilustrado, un blog compartido que no deja de ser serio y riguroso en el abordaje de sus temas, pero indudablemente –y como su propio nombre indica- más raro, extraño o extravagante, y desde luego con un planteamiento algo más ‘acratoide’. Finalmente decido incorporarla a ambos…

Aprovechando el periodo vacacional hemos ido al cine a ver Prometheus, nombre de la nave científica que protagoniza la expedición que da título a la última película de Ridley Scott, en lo que se anunciaba como un esperado regreso a la ciencia ficción. Recordemos que dos de sus primeras películas, Alien (1979), en cuyo universo se sitúa esta nueva cinta, que se considera como una especie de antecedente o precuela de la misma y, sobre todo, BladeRunner (1982), pasan por ser hitos del género Sci-Fi en el cine de todos los tiempos.

El resultado, a pesar de una aparente brillantez formal, de su efectismo y de los generosos medios empleados, no deja de ser algo decepcionante. Aunque visualmente poderosa, con algunas escenas y secuencias de interés, la película aparece lastrada por una excesiva retórica, cierta pretenciosidad y un afán o ansiedad de trascendencia que acaba dañando las (tal vez desmesuradas) expectativas que había despertado.

El guión, en el que ha intervenido Damon Lindelof, uno de los responsables de la exitosa serie Lost, resulta (¿deliberadamente?) confuso y los actores dan vida a unos personajes muy planos y poco elaborados. Resulta significativo y paradójico que el androide ‘David’ sea tal vez el mejor y más acabado. Más allá de algunas inesperadas incongruencias, todo tiene ya un incómodo aire de ‘deja vu’ que acaba cansando.

Lo más interesante, y a ello dedicaremos el resto de la entrada, es que aparte de la película, Prometheus ha creado todo un mundo de contenido paralelo a su alrededor, (cosas de la promoción y del marketing). Incluso la compañía Weyland Corp. que financia la expedición de la nave, (teóricamente en el año 2093), tiene su propia página Web: en la que podemos ver las actividades y los campos en que desarrolla su hipotética actividad comercial: Electrónica, Energía, Transporte, Seguridad y Sanidad. ¡Incluye hasta un TEDTalk supuestamente grabado en 2023 por el presidente de la empresa, Sir Peter Weyland!

Veamos como estará la Sanidad dentro de 80 años, en 2093, según Weyland Health:

«Los avances en la ciencia médica han mejorado miles de millones de vidas en los últimos 50 años -y más del 90% de estos avances proceden del reconocido sector de la salud de Weyland. Desde 2022, con el inicio de su primer programa sobre ciencias médicas, Industrias Weyland se ha convertido en un campeón sin igual para lograr mejor salud, mejor atención sanitaria  y mejores intervenciones quirúrgicas para salvar vidas. En ese medio siglo, los avances farmacéuticos y genéticos de Weyland han mejorado la esperanza de vida en la Tierra en un 16% y en un sorprendente 21% para los empleados de Weyland.

Hoy día, el sector de la salud de Weyland emplea a más de 80 millones de científicos, investigadores, técnicos, médicos y enfermeras. Estos profesionales sanitarios atienden a más de tres mil millones de ciudadanos por año en miles de hospitales y comunidades de toda la galaxia.

En 2034, Weyland Health destinó 500.000 millones de dólares en becas académicas para investigadores en el campo de la ingeniería genética. Esta financiación ha facilitado el descubrimiento de los procesos de selección genética, una parte vital del mundo de la salud reproductiva en la actualidad. En biotecnología, los productos farmacéuticos Weyland se utilizan en más hospitales, clínicas y unidades médicas extraterrestres que cualquier otra marca. En tecnología mínimamente invasiva, nuestra nueva línea de equipos quirúrgicos ha sido mejorada aún más, automatizándola y haciéndola más eficiente en el diagnóstico.

Weyland también ha ampliado su línea de productos a las innovaciones para el hogar y para su lugar de trabajo. Pueden encontrarse Centros Móviles externos de diagnóstico (MEDICs) en casi todos los hogares, aulas, almacenes y sistemas de transporte a través de toda la galaxia.

Desde el descubrimiento de la curación para los cánceres más frecuentes, Weyland persigue con mayor intensidad el logro de su visión de una población libre de enfermedad mediante una mejor tecnología e inversiones en investigación médica. En resumen, el logro de un mundo mejor a través de una mejor salud.»

Como se ve, resulta bastante creíble, muy similar -prácticamente idéntico- a los anuncios publicitarios de cualquier empresa de las que actualmente se dedican a comercializar seguros privados de salud.

En varios momentos de la película aparecen diversos aparatos médicos; el más destacado de ellos es una cápsula quirófano inteligente denominada 720i MedPod (una especie de robot quirúrgico Da Vinci automático evolucionado), en el que la protagonista se realiza a sí misma una cesárea.

Y este es el texto de la publicidad comercial ficticia que aparece en la página Web sobre la misma:

«Este mismo año industrias Weyland ha presentado el 720i MedPod, aprobado por la FDA. Es nuestra unidad más avanzada hasta la fecha. Puede diagnosticar, tratar y realizar una serie de procedimientos quirúrgicos con incisiones láser ultra finas guiadas por exploración anatómica en 3D. Los procedimientos incluyen desde el diagnóstico y el tratamiento de la infección mediante inyecciones de antibióticos concentrados, reparación básica de heridas, apendicetomía, extirpación laparoscópica y cesáreas. En la actualidad se han fabricado y desplegado una docena de unidades por parte de Industrias Weyland para llevar a cabo pruebas prácticas.»

Otros aparatitos y dispositivos médicos fabricados por Weyland serían:

MEDICS (Mobile External Diagnostic Centers)

«MEDiCs es una herramienta fundamental en cualquier espacio público y en entornos ciudadanos. MEDiCs proporciona tranquilidad y seguridad como nunca antes. Basta con abrir el armario de la pared y extraer el chaleco de diagnóstico. Una vez colocado sobre el paciente, MEDiCs determinará el alcance de todos los daños externos, analizará muestras de sangre si es necesario, mostrando los resultados en cuestión de minutos. El personal de urgencias puede también acceder inmediatamente a la información médica del paciente y transmitirla a los centros sanitarios más cercanos. MEDiCs puede ser utilizado por cualquier ciudadano mayor de edad y ya ha salvado millones de vidas.»

Reestabilizador Sináptico
 

«Otra destacable proeza tecnológica de los científicos de Weyland, el Reestabilizador Sináptico, a través de la inervación eléctrica precisa, despierta las neuronas inactivas en el tejido cerebral de pacientes fallecidos o moribundos. Esta delicada tecnología es muy sensible y está restringida a un selecto grupo de médicos y científicos. Los 9 Reestabilizadores existentes se han utilizado durante los últimos 2 años en facultades de medicina y centros de investigación biotecnológicos sólo para uso experimental, en espera de investigación por parte de la FDA.»

Cámaras Antigravedad de Recuperación

«Las Cámaras Antigravedad de Recuperación son una tecnología altamente sofisticada utilizada en hospitales y centros de rehabilitación. La investigación ha demostrado que los pacientes en condiciones antigravedad presentan una tasa de recuperación un 70% más rápido en lesiones traumáticas o enfermedad. Los científicos de Weyland han diseñado una instalación de tamaño de una habitación que simula condiciones de antigravedad al nivel deseado. Los pacientes pueden beneficiarse del tratamiento antigravedad, mientras se encuentran cómodamente en cama. Este producto se encuentra actualmente en una versión limitada exclusivamente a las principales áreas metropolitanas en la Tierra.»

Hasta aquí este hipotético catálogo futuro. Dos detalles: los visionarios guionistas de Prometheus creen que dentro de ochenta años seguirá existiendo la FDA (!) y la humanidad seguirá fascinada por la tecnología médica. Es muy posible que así sea, aunque otra cosa es saber si dicha tecnología será accesible y estará al alcance de la mayoría de la población, o únicamente estará disponible para algunos privilegiados que puedan pagárselo. Es decir, los mismos problemas que estamos viendo hoy mismo, en 2012...
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