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miércoles, 30 de octubre de 2013

Las tres leyes universales de los sistemas sanitarios

 “There are countless studies by psychologists and in behavioral economics that demonstrate that educating patients is not enough. We need insight into what motivates people and how contexts impact on their decisions.”
Tsung-Mei Cheng

Es suficientemente conocido que, al menos desde finales de los años 50’s del pasado siglo, el gasto sanitario ha ido incrementándose anualmente por encima del PIB nacional en los países desarrollados, por lo que con cierta periodicidad y cada cierto tiempo, resurge la idea de llevar a cabo la correspondiente reforma que modifique dicha situación.

Como todas las políticas públicas, las reformas de los sistemas sanitarios son siempre específicas y dependen fundamentalmente del contexto en el que intentan llevarse a cabo. Su planteamiento, diseño y aplicación estará siempre condicionado por múltiples y diferentes factores que tienen que ver con los antecedentes, el sistema de valores, las actitudes sociales y la situación política o económica concreta.

En general las reformas que se implantan en la mayoría de los sistemas sanitarios persiguen un triple objetivo. El primero es (siempre) reducir costes, es decir, mejorar la eficiencia haciendo el mejor uso posible de los recursos existentes; en segundo lugar mejorar los resultados clínicos, es decir, la efectividad y, finalmente, mejorar la experiencia del paciente mediante la incorporación de sus preferencias.

La complejidad, la diversidad de perspectivas y la multiplicidad de intereses en juego (en muchas ocasiones enfrentados), el (enorme) volumen de recursos implicados y la existencia de numerosos agentes y protagonistas con diferentes valoraciones y planteamientos, hacen que las reformas del sector sanitario tengan siempre un carácter cíclico y episódico, o sea, pasajero, transitorio o provisional.

En su libro The Healing of America: A Global Quest for Better,Cheaper, and Fairer Health Care, publicado en 2010, el corresponsal y periodista norteamericano T. R. Reid desvela las denominadas “leyes universales de los Sistemas de Salud”, formuladas por la experta en sistemas sanitarios comparados de la Universidad de Princeton Tsung-Mei Cheng. Estas tres leyes, (con una interesante addenda), cuyo enunciado demuestra gran conocimiento y un afilado sentido del humor, pero también unas notables dosis de realismo y perspicacia a partes iguales, ponen de manifiesto que, en general, la gente tiende a estar siempre descontenta con la atención sanitaria que recibe.


Estas son las leyes:

1.   En cualquier momento, en cualquier parte del mundo, (no importa lo bueno que sea), siempre habrá personas que se quejen del sistema sanitario del país.

2.  No importa cuánto dinero se gaste en asistencia sanitaria: los médicos y los hospitales siempre dirán que no es suficiente. (Además, el nivel de decibelios de las quejas está sólo muy débilmente relacionado con lo que un país gasta en salud).

3.  En cualquier momento, en cualquier parte del mundo, siempre habrá alguien (un experto, una empresa consultora, un importante grupo de presión con intereses concretos…), que exija o recomiende una "gran reforma sanitaria". (De hecho, es muy posible que pueda afirmarse que la última reforma llevada a cabo, fracasó).

Addenda: Los Ministros de Sanidad de cualquier parte del mundo seguramente deben haber hecho algo malo en una vida anterior, o no estarían condenados a ser Ministros de Salud en ésta. (Esto vale también para Consejeros/as de Sanidad).

En fin, que no hay nada eterno, ni siquiera la (contra)reforma emprendida en nuestro país…


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