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sábado, 8 de enero de 2022

Sobre el futuro de la profesión enfermera (2020 - 2030)

                 Health Week. Instructive Visiting Nurse Society exhibit. Washington, D.C., 1924. Foto: SHORPY

Pocos meses después de finalizar el Año Internacional de las Enfermeras y Matronas 2020 y tras la promoción en España de la campaña Nursing Now (la iniciativa del Consejo Internacional de Enfermeras y la OMS con el objetivo de que las enfermeras ocupen el lugar que les corresponde en los puestos de gestión y decisión política e institucional), en mayo de 2021 vio la luz un relevante Informe de la Academia Nacional de Medicina de EEUU sobre el futuro de la profesión enfermera: The Future of Nursing 2020-2030: Charting a Path to Achieve Health Equity.

Hasta donde yo sé, y como ha ocurrido con tantas otras cosas, (tal vez debido a ese maldito entorno BANI -antes VUCA- en que nos ha situado la peste pandémica de la COVID-19), la publicación del informe ha pasado bastante inadvertida en estos tiempos oscuros de coronavirus, cisnes negros y rinocerontes grises, según la terminología de Michele M.Wuzker. Ningún directivo o responsable profesional enfermero se hizo eco del mismo ni la prensa especializada del sector dio noticia alguna de ello.

Bien es verdad que desde hace ya demasiados años (décadas en realidad) la representación institucional de la profesión enfermera en nuestro país no pasa por sus mejores momentos, por decirlo de una forma suave, y ha estado dedicada a otros menesteres. Al frente del Consejo General de la Enfermería se encuentra -aún, de manera bastante incomprensible- un siniestro y mediocre personaje que a través de distintos tinglados cobra al parecer cinco sueldos, contrata irregularmente a sus familiares y se dedica a hacer negocios a costa de las más de 300.000 enfermeras colegiadas en España, cuya cuota es incluso superior a la que pagan los médicos a sus respectivos colegios profesionales. En realidad, más allá del insoportable sainete protagonizado por los máximos dirigentes de la institución, se trata de un auténtico esperpento en el que se entremezclan delirios inmobiliarios, oscuras historias de megalomanía, nepotismo, corruptelas varias y presuntos delitos de apropiación indebida, administración desleal y falsedad continuada que vienen siendo investigados desde tiempo atrás, aunque según parece, es una  madeja bastante complicada que no resulta fácil de desenredar.

Pero volvamos a este interesante Informe, elaborado por el Comité sobre el Futuro de la Enfermería 2020-2030 y patrocinado por la Fundación Robert Wood Johnson:

A pesar de las enormes diferencias existentes con los Estados Unidos en lo que se refiere a la estructura del ‘sistema de atención y provisión sanitaria’ (no lo es, en realidad), a la práctica profesional, entorno laboral, contexto social, económico y cultural, etc. con escasas similitudes con los sistemas sanitarios europeos, existen algunas referencias y cuestiones análogas respecto a formación, especialización, condiciones de trabajo, etc. que pudieran ser de aplicación en nuestro ámbito, lo que aconseja conocer la situación y las condiciones en que se halla la profesión enfermera en aquel país.

Según el Informe, en los próximos 10 años la profesión enfermera necesitará un incremento sustancial en el número de profesionales, con una mayor diversificación, y preparación para prestar atención en diferentes entornos sanitarios, para enfrentarse a los efectos duraderos de la COVID-19, para romper con el racismo estructural existente y las causas fundamentales de la mala salud, y para responder a futuras emergencias de salud pública.

Con el fin de mejorar y ampliar el acceso a la atención sanitaria durante la pandemia de COVID-19, muchos estados relajaron o eliminaron algunas de las restricciones sobre el alcance y tipo de atención que las enfermeras pueden prestar de acuerdo a su titulación. El Informe sostiene que en 2022 todos los cambios llevados a cabo en las políticas estatales y federales en respuesta a la pandemia de COVID-19, que autorizaron y permitieron ampliar las capacidades de la práctica profesional de las enfermeras, deberían hacerse permanentes, junto con la posibilidad de teleasistencia, la cobertura de las pólizas de seguros sanitarios y el pago igualitario por los servicios prestados por las enfermeras. Los gobiernos locales, estatales y federales también deberían priorizar la financiación y el despliegue de un mayor número de enfermeras escolares y de salud pública (recordemos la inexistencia de una red de atención primaria).

Las enfermeras representan el colectivo más numeroso del personal de atención a la salud de los Estados Unidos, con casi 4 millones de profesionales en todo el país. Durante la próxima década, las enfermeras se enfrentarán a muchas demandas: cuidar a una población más envejecida, responder a un aumento en los problemas de salud mental, investigar y ayudar a dar forma a la política de atención sanitaria. Para conseguir suficientes profesionales que den respuesta a estas necesidades, Estados Unidos necesita un incrementar sustancialmente el número, cualificación, tipo y distribución de las enfermeras en todas las áreas geográficas, especialidades y entornos de atención, según el Informe. Existe una necesidad particular de enfermeras que posean títulos de licenciatura (o grado) y de doctorado, así como enfermeras en especialidades con escasez significativa, incluidas la salud pública y comunitaria, salud mental, atención primaria, cuidados de larga duración, geriatría, salud escolar y salud maternoinfantil.

Con una autorización plena para la práctica clínica, (permitida actualmente en 23 estados), las enfermeras pueden recetar medicamentos, diagnosticar pacientes (!) y administrar tratamientos sin la presencia de un médico. En estos estados, la calidad de la atención ha mejorado y también lo ha hecho el acceso a la atención primaria, sobre todo a medida que Estados Unidos hace frente a la pandemia en curso y a la escasez de médicos existente. Si bien ha habido un progreso considerable en la autorización del alcance que regula la práctica asistencial, 27 estados aún no permiten una práctica asistencial completa a las enfermeras practicantes (nurse practitioners). El Informe apoya que las autoridades federales puedan reemplazar las leyes estatales más restrictivas, incluidas las referidas al alcance de la práctica asistencial.

En este sentido, Mary Wakefield, profesora visitante en la Universidad de Georgetown y en la Universidad de Texas en Austin, y copresidenta del Comité que redactó el Informe, afirmó: «Este es un momento de transformación para el campo de la enfermería. Si bien la pandemia ha cambiado casi todos los aspectos de la atención sanitaria, los impactos en la enfermería pueden ser los más profundos, ya que la demanda de sus habilidades está en su punto más alto.»

«Quienes elaboran las políticas sanitarias y los líderes del sistema de salud deben aprovechar este momento para fortalecer la educación y capacitación de las enfermeras, integrar la equidad en salud en la práctica de enfermería y proteger su bienestar físico, emocional y mental, para que puedan prestar la mejor atención posible.»

Las enfermeras ya desempeñan un papel importante en el abordaje y tratamiento de las necesidades sociales y de los determinantes sociales de la salud, es decir, los factores no sanitarios que influyen en los resultados en salud, incluido el acceso a la atención sanitaria, las condiciones de trabajo, el entorno físico y comunitario, la estabilidad de la vivienda y el transporte. Los gobiernos y administraciones públicas, las organizaciones de atención médica y de salud pública y los financiadores deben garantizar que las enfermeras tengan los recursos y el apoyo necesario para abordar los determinantes sociales de la salud de una manera más integral, y que los modelos de pago reconozcan el valor de esos servicios y ofrezcan un reembolso adecuado, dice el Informe. Además, para finales de 2021, todas las organizaciones nacionales de enfermería, lideradas por el Tri-Council for Nursing  (una alianza entre la American Association of Colleges of Nursing, American Nurses Association, American Organization for Nursing Leadership, National Council of State Boards of Nursing, y National League for Nursing) y el Consejo de Organizaciones de Enfermería de Salud Pública, deberían haber comenzado a desarrollar una agenda compartida para abordar los determinantes sociales de la salud y lograr la equidad en salud.

«A menudo, las enfermeras son las primeras en verificar si los pacientes tienen suficiente para comer, si pueden pagar sus medicamentos, si necesitan ayuda para vivienda y si tienen acceso adecuado a Internet para las consultas por teleasistencia. Cuando se invierte en enfermeras, más personas y comunidades tendrán la oportunidad de vivir sus vidas de manera más saludable», explica David Williams, también copresidente del Comité, profesor de salud pública y presidente del departamento de ciencias sociales y del comportamiento de la Escuela de Salud Pública de Harvard y profesor del departamento de estudios africanos y afroamericanos de la Universidad de Harvard. Y añade: "Las enfermeras interactúan con todas las facetas de la sociedad, desde la atención sanitaria hasta la educación, la salud pública y todos los niveles del gobierno y de la Administración. Tienen un papel crucial para trazar el curso de nuestro país para una buena salud y bienestar para todos".

El Informe identifica una serie de prioridades para satisfacer las necesidades de la población estadounidense y la profesión de enfermería para la próxima década (algunas de las cuales -como queda dicho- podrían ser también aquí de aplicación):

Fortalecimiento de la formación de la enfermería: Las futuras enfermeras deben estar listas para abordar los determinantes sociales de la salud y promover la equidad en salud, independientemente de su nivel de formación y su entorno de trabajo. Históricamente, los programas de educación de enfermería han enfatizado la capacitación para la atención hospitalaria, en lugar de los entornos comunitarios, escuelas, lugares de trabajo y atención sanitaria en los domicilios. Las escuelas de enfermería deben incrementar los cursos y las experiencias de aprendizaje en estos entornos comunitarios, en la atención primaria y en centros de salud cualificados federalmente, las clínicas de salud rurales y los centros de salud indígena (Indian Health Service sites). La educación en enfermería también debe preparar a los estudiantes para adaptarse a las nuevas tecnologías, particularmente la telesalud y las aplicaciones del big data. 

Promover la diversidad, la inclusión y la equidad en la educación de enfermería y en la formación continuada de los profesionales: Actualmente, los profesores de los programas de enfermería son abrumadoramente mujeres blancas. Los estudiantes y profesores de enfermería no solo deben reflejar la diversidad de la población de los Estados Unidos, sino que también deben ayudar a desmontar el racismo estructural que prevalece en la educación y en la formación continuada. Las escuelas de enfermería deben mejorar el reclutamiento, la contratación y el avance de profesorado diverso y con experiencia en determinantes sociales de la salud; apoyar a los líderes de enfermería en tutorizar y patrocinar enfermeras de comunidades subrepresentadas; identificar a estudiantes que pueden necesitar ayuda financiera al principio del proceso de reclutamiento y admisión. Los programas de educación en enfermería también deben extender el aprendizaje a distancia y establecer asociaciones con colegios comunitarios.

Invertir en enfermeras escolares y de salud pública: Para algunos estudiantes, una enfermera escolar puede ser el único profesional de la salud que vean regularmente. Sin embargo, alrededor del 25 por ciento de las escuelas no emplean a enfermeras escolares, y la enfermería escolar sigue contando con fondos insuficientes, especialmente en las escuelas que atienden a niños de hogares de bajos ingresos. El Informe sostiene que los gobiernos locales y estatales deberían asignar más fondos en general para la enfermería escolar, o identificar otras fuentes de ingresos para ello.

Proteger la salud y el bienestar de las enfermeras: Según el Informe, la COVID-19 y los incidentes de odio y discriminación, particularmente contra enfermeras de ascendencia asiática, intensificaron aún más el agotamiento de las enfermeras y les hicieron sentirse desprotegidas. Las empresas empleadoras deben priorizar la mejora del bienestar de las enfermeras, responsabilizándose del liderazgo para llevar a cabo los cambios necesarios en la cultura corporativa, el entorno y las políticas del lugar de trabajo. [En resumen, “cuidar a los que cuidan”]. De hecho, en la medida en que se espera que más enfermeras aborden los problemas de salud y justicia social, tendrán que asumir un trabajo más exigente emocionalmente, y los empleadores deben proporcionar espacio y apoyo adecuados. Además, las enfermeras de los grupos subrepresentados informan de que deben hacer frente a un “impuesto a la diversidad”, ya que se les pide que participen en comités de diversidad e inclusión y colaboren en otras actividades que no están compensadas ni reconocidas ni remuneradas. Estas demandas pueden llevar al agotamiento y la frustración. Las iniciativas sobre equidad y antirracismo no deben tratarse como separadas de las actividades y responsabilidades cotidianas, sino integradas en todos los aspectos de la enfermería.

Preparación de enfermeras para desastres y respuesta a emergencias de salud pública: Las enfermeras han respondido de manera fehaciente y segura ante cualquier emergencia de salud pública, incluida la actual pandemia de COVID-19, desastres climáticos o las consecuencias de la violencia armada. Sin embargo, se necesitan reformas fundamentales en la educación, la práctica y la política de enfermería para que las enfermeras puedan proteger y cuidar mejor a las poblaciones en recuperación. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) deberían financiar un ‘Centro Nacional de Enfermería de Desastres y Respuesta a Emergencias de Salud Pública’, junto con centros regionales, para proporcionar formación y educación específica, capacitación y desarrollo profesional relevante. Los exámenes de grado también deben ampliar sus contenidos para cubrir las responsabilidades de las enfermeras en la respuesta a desastres y emergencias de salud pública.

Aumentar el número de enfermeras formadas con doctorado: Son necesarias más enfermeras preparadas y con doctorado para realizar investigaciones y trabajar como profesoras para educar y formar a la próxima generación de enfermeras. Además, tener más enfermeras preparadas a nivel de doctorado que se centren en la conexión entre los determinantes sociales de la salud, las desigualdades en salud y la equidad en salud ayudará a construir una base de conocimientos para que otras enfermeras lo lleven a la práctica.

A raíz del Informe Víctor Dzau, presidente de la Academia Nacional de Medicina, declaró: «Confío en que la comunidad enfermera y otros importantes agentes y grupo de interés utilizarán las recomendaciones del mismo para liberar el poder de las enfermeras y marcar el comienzo de una nueva era de equidad y bienestar en salud.»

Y concluyó: «Las enfermeras son poderosas en número y en voz, y el mundo necesita, más que nunca, su firmeza y dedicación. La pandemia nos ha enseñado que las organizaciones de atención sanitaria serán más fuertes cuando los conocimientos, habilidades y la contribución de las enfermeras sean valorados y apreciados, y cuando las enfermeras reciban las herramientas, los recursos y el apoyo institucional para hacer su trabajo de la mejor manera posible…»

Veremos...

viernes, 14 de mayo de 2021

La derrota de la inteligencia

                       La Stultifera Navis de viaje al País de los Tontos. Grabado en madera de 1549

Para los fines que nos ocupan, este post también podría haberse llamado “La nave de los necios”, “Elogio de la necedad” o “Apología de la ignorancia”, que para el caso viene a ser lo mismo... y aunque en democracia la razón solo la da o la quita el electorado, bien puede ser este un buen resumen del resultado de las elecciones autonómicas celebradas hace unos días en Madrid. También el libro póstumo de Umberto Eco “De la estupidez a la locura”, subtitulado como “Crónicas para el futuro que nos espera” o “Cómo vivir en un mundo sin rumbo” constituye, sin duda, una excelente referencia.

Es indudable que la tontería es una de las cosas más democráticas y mejor distribuidas que existen en el mundo: nadie se queja de tener poca. Hace ya más de quinientos años que Erasmo de Rotterdam en su “Elogio de la locura” (1511) hacía una detallada relación de las "ventajas" de la Estulticia sobre la Razón, indicando lo felices que son los hombres cuando viven arropados por la necedad, situación de la que no escapan ni siquiera los filósofos, los teólogos, los Obispos y los Papas, los Reyes ni los Príncipes. 

En el libro, la Locura (Necedad o Estulticia) enumera sus cualidades, da cuenta de sus orígenes y del cortejo que la acompaña para hacer más fácil y agradable la vida del género humano (entre otras la adulación, el narcisismo, la demencia, la pereza, la molicie, la indolencia, el olvido y la voluptuosidad). Se lamenta de quienes reniegan de su nombre, pese a ser grandes beneficiarios de sus dones y efectúa una sátira de los leguleyos, de los médicos y del clero, vanagloriándose impúdica y orgullosamente de su ignorancia y despreciando a los estudiosos y sus saberes.

Que la estupidez y la tontería son un problema transversal e independiente de cualquier otra circunstancia, (como señalara muy acertadamente Carlo M. Cipolla en su indispensable obrita “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”), viene poniéndose de manifiesto (casi) a diario en este mundo de nuestras desdichas. De hecho, la formulación de la segunda ley es bastante clara: “La probabilidad de que una persona cualquiera sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona”. Para más detalles véase un post anterior: De la estupidez (y su abundancia).

Entre los antecedentes más notables del asunto que nos ocupa se encuentra una obra satírica y moralista escrita por el teólogo, jurista y humanista Sebastian Brant: “La nave de los necios” o “La nave de los locos” (en latín, Stultifera navis). Publicada originalmente en Basilea en 1494, hasta el s. XVII tuvo una amplia difusión en la Europa de la época, siendo traducida a varios idiomas.  Se trata de una sucesión de 112 cuadros críticos acompañados cada uno de un grabado, en los que el autor critica los vicios de su época a partir de la denuncia de distintos tipos de necedad o estupidez.

Michel Foucault dedicó a esta obra el primer capítulo de su “Historia de la locura en la época clásica” y lo relacionó con auténticos barcos de dementes que navegaban por los canales de una ciudad a otra. El Bosco recreó en un cuadro su propia nave de los locos.

En fin, como señalábamos al principio, todo esto recuerda mucho a algunos de los recientes acontecimientos sobrevenidos. Se ha dicho que, tras los recientes comicios, parece que en Madrid ya son libres para ir a misa y a los toros. El terracismo aparece como una gran conquista conseguida tras arduas batallas frente al totalitarismo prohibicionista del gobierno central. En este contexto, ha sido bastante bochornoso ver las manifestaciones de algunos significados intelectuales (obviamente habrá que reconsiderar este calificativo a partir de ahora), apoyando las posiciones más retrógradas y retardatarias del espectro político. Un fenómeno solo explicable en el contexto de la fatiga pandémica que nos asola debido sin duda a una repentina dolencia que haya alterado su percepción de la realidad afectando a su capacidad de juicio y razonamiento.

Acaba el toque de queda y, como dicen algunas voces interesadas, la confusión legal y la chapuza se han vuelto una costumbre entre la irresponsabilidad y la indolencia de los deplorables (según calificara en su día Hillary Clinton a la mitad de los votantes de Trump). 

La cosa no queda aquí. Hay un enorme muestrario de idioteces para elegir. Basta abrir la prensa para darse cuenta por ejemplo de que al frente de algunos ilustres colegios profesionales se encuentran personajes majaderos, gaznápiros y cenutrios que no tienen nada que envidiar a los pasajeros de la nave de los necios…

Así, por ejemplo, hace unos meses, poco antes de la aprobación de la Ley de regulación de la eutanasia, el Presidente del Colegio de Médicos de Madrid se despachaba afirmando que «La nueva ley de eutanasia obliga a los médicos a matar a los pacientes» y también: «…la pandemia hubiera sido más grave si la ley de eutanasia estuviera en vigor». La verdad es que se queda uno sin palabras ante semejante desvarío, pero estas declaraciones apenas si merecieron un leve reproche del anterior presidente de la Organización Médica Colegial, que se limitó a decir que eran «un comentario desafortunado» (sic).

 Claro que la cosa viene de lejos… cabe recordar que, pocos meses antes, en octubre de 2020, nada menos que el propio Comité de Bioética de España, órgano que cree uno que debiera caracterizarse por la ecuanimidad, solvencia, neutralidad e imparcialidad, por el respeto y el rigor en sus dictámenes, en las conclusiones de un Informe sobre el final de la vida y laatención en el proceso de morir, en el marco del debate sobre la regulación dela eutanasia, emitido de oficio (o sea, gratis et amore y sin que nadie se lo hubiera solicitado) afirmaba lo siguiente: «(…) tras los terribles acontecimientos que hemos vivido pocos meses atrás, cuando miles de nuestros mayores han fallecido en circunstancias muy alejadas de lo que no solo es una vida digna, sino también de una muerte mínimamente digna. Responder con la eutanasia (sic) a la ‘deuda’ que nuestra sociedad ha contraído con nuestros mayores tras tales acontecimientos no parece el auténtico camino al que nos llama una ética del cuidado, de la responsabilidad y la reciprocidad y solidaridad intergeneracional.»

A todas luces una desmesura, que viene a confirmar que la ética no puede estar alejada de la realidad. No está de más recordar aquí las palabras de Mary Parker Follet que hace más de cien años ya afirmaba: «La ética no es estática; avanza mientras la vida avanza… La verdadera prueba de nuestra moralidad no está en la rigidez con la que cumplimos lo correcto, sino en la lealtad hacia la vida que crea y construye lo correcto.»

La última de las tontunas a las que nos referiremos no tiene desperdicio: “Un negacionista al frente de los biólogos de Euskadi”. Otro pintoresco personaje que sostiene que los países con mayor porcentaje de vacunación contra la gripe son los que más mortalidad registran y asegura que la gripe mata más que la COVID.

El negacionismo del decano del Colegio de Biólogos de Euskadi le hace mostrar su ignorancia confundiendo correlación con causalidad: A más confinamiento, más tasa de mortalidad. Que la asociación no es causalidad es quizás la lección más importante que uno aprende en una clase de estadística, así que ¡a estudiar, señor decano!

En fin, resulta todo tan cansado…

viernes, 30 de abril de 2021

Un Comunicado de la #SEAUS

                                                  
En estos días la Junta Directiva de la Sociedad Española de Atención al Usuario de la Sanidad (SEAUS) ha hecho público el siguiente comunicado, en relación con la pandemia de la COVID-19 y su impacto en el Sistema Nacional de Salud y en la ciudadanía. Ha sido remitido a Consejerías, Departamentos y Servicios de Salud de las Comunidades Autónomas. Como es suficientemente conocido, por desgracias, la pandemia ha tenido también un impacto directo muy importante en pacientes y usuarios, especialmente sobre determinados colectivos y grupos sociales más vulnerables de la población. Preocupa sobremanera la situación del sistema sanitario público y las repercusiones tras la crisis sanitaria en cuanto a disponibilidad, mejoras y el (tantas veces postergado y necesario) incremento de recursos materiales, económicos, de personal, equipamiento y dotación de medios técnicos para recuperar el tiempo y las oportunidades perdidas en un SNS herido desde hace tiempo por la crisis económica, por los recortes y las restricciones presupuestarias previas a la pandemia provocada por el SARS-CoV-2.

«Acaban de cumplirse ahora justamente 14 años desde que en 2007 el Parlamento Europeo declarara el 18 de abril como Día Europeo de los Derechos de los Pacientes, pasando a formar parte del calendario oficial, con la finalidad de que «aquellas organizaciones ciudadanas activas que trabajen en el campo de los derechos de los pacientes a nivel nacional» puedan dedicarse a «informar, debatir y adoptar compromisos para mejorar los derechos de los pacientes en Europa».

La Carta que los recoge identifica y define catorce derechos básicos de todo paciente en sus relaciones con los servicios de salud, con independencia de su lugar de residencia, sexo, edad, religión, estatus socioeconómico, grado de alfabetización o necesidades individuales de salud o asistencia sanitaria. [Ver aquí].

El objetivo final es que estos derechos garanticen un alto grado de protección de la salud humana, para asegurar la alta calidad de los servicios proporcionados por los diferentes sistemas de salud en todo el territorio de la Unión Europea. Suponen la plasmación de los derechos fundamentales y, como tales, deben ser reconocidos y respetados independientemente de las limitaciones financieras, económicas y políticas existentes, teniendo en cuenta los criterios de adecuación de los cuidados sanitarios en cada ámbito territorial concreto.

El nivel o grado de desarrollo y aplicación de los derechos varían en función del modelo y de la estructura de los servicios de atención a la salud de cada país de la UE, y dentro de ellos. No obstante, el respeto a estos derechos implica el cumplimiento de requisitos técnicos y de organización, así como de patrones profesionales y de comportamiento, lo que puede requerir cambios de la forma en que operan los sistemas de salud en los diferentes países europeos.

En España, la crisis sanitaria mundial desencadenada por la COVID-19 ha sometido a los profesionales sanitarios y al Sistema Nacional de Salud en su conjunto a una presión sin precedentes. El impacto de la pandemia sobre los profesionales se dejará sentir durante mucho tiempo. La crisis también ha dejado al descubierto y ha exacerbado además los problemas previos a los que se enfrentaban, incluyendo desigualdades, condiciones de trabajo inadecuadas y una excesiva presión asistencial.

Como ha ocurrido en otros lugares, en el trascurso de la crisis se han puesto en marcha nuevos procedimientos y fórmulas de atención que han cambiado enormemente el escenario y el panorama de la atención sanitaria. La pandemia de la COVID-19 ha llevado incluso a cambiar y rediseñar el modelo de asistencia sanitaria, tanto en Atención Primaria como en los centros hospitalarios, adaptándolo sobre la marcha a las necesidades del momento, modificando la organización funcional de los equipos, reorganizando espacios y estableciendo circuitos asistenciales, planes de contingencia y de actuación sanitaria, así como de protección de los pacientes y profesionales. La atención sanitaria presencial, especialmente en atención primaria, se ha visto sustituida en gran medida por la atención telefónica y telemática, fundamentalmente para el seguimiento de muchos tipos de pacientes: casos probables, posibles y/o confirmados de infección por COVID-19, patologías crónicas, pacientes inmovilizados y sus cuidadoras, renovación de tratamientos, procedimientos administrativos, llamadas y resolución de dudas, etc., en la atención médica y de enfermería, tanto de la población adulta como de la pediátrica, sin olvidar el impacto de la pandemia en los Servicios de Salud Mental. En muchos casos se ha señalado que todo esto ha dificultado (y sigue dificultando) la accesibilidad a los distintos servicios y la comunicación de muchos pacientes con los profesionales sanitarios.

Varios informes han puesto de manifiesto que algunas de estas situaciones pueden considerarse claramente como una vulneración de los derechos y un deterioro en la calidad de la atención sanitaria prestada a los pacientes.

A lo largo de los últimos doce meses en algunos centros sociosanitarios de personas mayores la COVID-19 no solo ha sido una catástrofe sanitaria y humana, sino que ha funcionado como un extraordinario amplificador del edadismo, es decir, de una visión negativa de la vejez que lleva consigo discriminación, paternalismo y deshumanización de la asistencia.

El modelo asistencial vigente ha contribuido a esa deshumanización, que se ha traducido finalmente en más personas enfermas y en muertes. Hubo casos en los que se aplicó un protocolo de exclusión de la atención sanitaria en los hospitales de referencia a los residentes enfermos que tenían deterioro cognitivo o discapacidad motriz, no se medicalizaron las residencias, a pesar de que hubo una sentencia del Tribunal Superior de Justicia en alguna Comunidad Autónoma  para que se llevara a cabo; se trasladaron a hospitales privados solo a aquellos residentes que contaban con seguros privados, y no se trasladó a los residentes enfermos al hospital de campaña existente. Cabe añadir a este respecto que algunas residencias de mayores están siendo aún objeto de investigación por supuestos delitos civiles y penales.

No es preciso recordar aquí los derechos enumerados en la Carta Europea para denunciar al menos cinco violaciones de derechos humanos ocurridas en centros sociosanitarios (a la salud, a la vida, a la no discriminación, a la vida privada y familiar y a una muerte digna), y conviene alertar del riesgo de que se repitan, ahora con el consiguiente retraso en la atención sanitaria y en el diagnóstico de posibles problemas de salud distintos a la COVID-19.

La situación existente, que en gran medida ha supuesto una quiebra del derecho a la salud de las personas más vulnerables, aparece estrechamente vinculada a las medidas de austeridad y a la infrafinanciación tanto de la sanidad como de los servicios sociales. Años de desinversión en la sanidad pública han provocado que, a pesar del compromiso, de los esfuerzos y del gran trabajo desempeñado por los profesionales, las condiciones en que se ha desarrollado la asistencia sanitaria no han sido adecuadas ni satisfactorias.

Un buen número de quejas y reclamaciones han estado relacionadas con la información y comunicación. En general, y a falta de visitas presenciales, tampoco las comunicaciones estuvieron bien gestionadas. En la mayoría de casos, las comunicaciones remotas entre pacientes (o residentes en centros sociosanitarios) y sus seres queridos fueron limitadas e insatisfactorias, con llamadas de audio y vídeo improvisadas, poco frecuentes y mal organizadas. A ello se sumó la falta de información adecuada sobre la situación de sus familiares ingresados, como han manifestado en numerosas y reiteradas quejas estas personas. En muchos casos las personas han muerto solas, violando su derecho a una muerte digna y suponiendo también un trauma para sus familias la (pésima) gestión de la despedida y del traslado de las personas una vez fallecidas.

La falta de protección, la improvisación apresurada y la tardanza en adoptar medidas eficaces ha causado muertes prevenibles y prematuras en todas las comunidades autónomas de España, pero aún hoy existen grandes diferencias entre CCAA que distinguen el buen hacer del mal hacer y el grado de humanización en la atención a las personas que requieren asistencia sanitaria.

Escasez de personal, condiciones de trabajo inadecuadas, sobrecarga asistencial y listas de espera se han agravado con la crisis sanitaria y dificultan el acceso al derecho a la salud de las personas más vulnerables.

El futuro, una vez superada la pandemia de la COVID-19 apunta a la reproducción y mantenimiento de muchos de los errores ocurridos que, de no poner remedio, se traducirán en más retrasos y aumento de los tiempos de espera para procedimientos diagnósticos y tratamientos, falta de control y seguimiento de problemas de salud crónicos, desatención e incremento de las situaciones de vulnerabilidad.

Y aunque con notables diferencias entre distintos territorios, desde la SEAUS queremos hacernos eco de esta grave situación, que debe ser un aldabonazo y una llamada de atención sobre todo a las distintas administraciones sanitarias y a los responsables públicos para cambiar el modelo de atención existente, incrementar los recursos económicos, mejorar la gestión e incrementar la colaboración en el ámbito sanitario y sociosanitario. Como se ha repetido con frecuencia, sería una locura seguir haciendo lo mismo y pretender obtener resultados diferentes.

Los sistemas sanitarios han de estar realmente al servicio de todas las personas; humanizar la atención no consiste en un «buenismo» impostado, sino en promover la excelencia profesional con los medios humanos y tecnológicos disponibles y con las actitudes necesarias. Y esto también requiere inversión económica y un conjunto de áreas de mejora a través de la escucha de todos y cada uno de los protagonistas.

Más allá de las declaraciones formales y de las exposiciones retóricas, corresponde a todos los sectores y agentes implicados hacer posible la ejecución y puesta en práctica de las políticas públicas concretas que hagan realidad los derechos de los pacientes: gobiernos y autoridades sanitarias, responsables públicos, directivos, profesionales, trabajadores y empleados, ciudadanía activa y comprometida.

Se hace imprescindible respetar los Derechos y Deberes de los pacientes, fomentar la Humanización de la asistencia, la Atención Centrada en la Persona y el Debate Ético entre todos los agentes implicados.

Porque conviene recordar que nada está garantizado y nada es para siempre…»

sábado, 6 de febrero de 2021

Gerentes sin ética

       Demostración de la Cruz Roja durante la pandemia de gripe de 1918. Washington, DC. Foto: SHORPY

Nos limitamos a transcribir, junto a algunos enlaces, el artículo editorial del periódico EL PAÍS de 6/2/2021 sobre la gerente del Hospital de Alcalá de Henares, Presidenta del Foro Abierto de Sanidad del PP de Madrid y miembro de la Comisión Nacional de Sanidad del PP (!), que desde hace años ha venido desempeñando diversos puestos directivos y ha sido alto cargo sanitario en varias administraciones públicas. En pocos días se ha visto catapultada a una efímera fama mediática en virtud de unos indignantes comentarios y manifestaciones vertidas en una reunión de trabajo, que han sido objeto de numerosos análisis y páginas de opinión. Reflejan una concepción y una práctica deshumanizada de la atención sanitaria y, de algún modo, muestran bien a las claras y ponen de manifiesto su catadura (in)moral y vienen a recordarnos aquella terrorífica idea de la “banalidad del mal” de la que hablaba Hannah Arendt refiriéndose al concepto de obediencia debida o ciega ante las órdenes recibidas de los superiores, como supuesta justificación de una inaceptable conducta irreflexiva y carente de toda ética. Nos preguntamos si no convendría revisar los criterios y presupuestos morales (éticos) que guían determinadas actitudes y conductas del personal directivo, centradas con demasiada frecuencia en un utilitarismo ramplón, falto de escrúpulos y obsequioso con el poder que les nombró…

La gerente del hospital de Alcalá de Henares que quiso quitar el móvil a los pacientes de COVID debería dimitir. (EL PAÍS 6/02/2021)

«Las palabras de la gerente del hospital de Alcalá de Henares en las que apela a quitar el móvil a los pacientes de COVID y evitar el contacto con sus familias para facilitar su traslado al hospital Zendal constituyen un atropello humano, sanitario y, sobre todo y lo más grave, político. En una reunión grabada por alguno de los asistentes y divulgada por la cadena SER, Dolores Rubio defiende prohibirles el teléfono, cortar los contactos con las familias y emprender su traslado sin escuchar su opinión. Como médica que es y, sobre todo, como gestora de un complejo sanitario como el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, Rubio debe saber que la Ley de Autonomía del Paciente de 2002 reconoce que transmitirle la información clínica es obligatorio en el marco del respeto a su autonomía, a su voluntad, a su dignidad y a su intimidad. El previo consentimiento del enfermo tras recibir la información adecuada es requisito legal para cualquier actuación, así como el derecho del enfermo a decidir libremente entre las opciones clínicas disponibles, también recogido en la ley. La información, además, debe hacerse llegar a los familiares que el paciente haya dispuesto. Cualquiera de estos preceptos legales choca con el espíritu de las palabras de la gerente del hospital, que ha puesto por delante la consigna política de enviar pacientes al Zendal frente a la voluntad de los enfermos o de sus familiares.»

«Si el Gobierno de Madrid ha llegado a obligar al traslado de sanitarios al hospital levantado para hacer frente a la pandemia, e incluso ha amenazado con no renovar contrato a los que se nieguen, las declaraciones de Rubio refuerzan la idea de una gestión en la que los intereses políticos inmediatos están por encima de las recomendaciones médicas. El hospital en cuestión, con un coste muy superior a los 50 millones presupuestados, ha sido la apuesta estratégica de un Gobierno de Madrid que ha hecho bandera de la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez mientras descuidaba tareas necesarias para combatir la emergencia sanitaria, como la contratación de rastreadores, el refuerzo de las plantillas, la optimización de recursos en los hospitales existentes o las restricciones.»

«La gerente del hospital, vinculada al PP y con una larga experiencia en gestión sanitaria, demuestra haber tomado a los pacientes como rehenes de esa política capaz de sacrificar sus derechos en aras de la propaganda. La clase sanitaria se ha distinguido, entre otras cosas, por su capacidad de facilitar la relación de enfermos y familiares en una pandemia que les condenaba a una dolorosa separación. Las palabras de Rubio, por tanto, no solo degradan los derechos de los pacientes, sino que no tienen ninguna cabida en esa andadura que ha humanizado la realidad de esta enfermedad. Rubio debe dimitir. Y la Comunidad de Madrid tiene que repensar su papel.»

No hay mucho más que añadir…

domingo, 10 de mayo de 2020

(Una) Exhortación a la prudencia

           Panel de azulejos en Ericeira (Portugal)

«…no existe rincón que no debamos purificar en nosotros, incluso en lo más secreto de nuestro corazón, para poner de nuestra parte las pocas oportunidades que queden. Eso es especialmente cierto en el caso de los médicos como ustedes, que están más cerca, si cabe, de la enfermedad, y resultan por ello aún más sospechosos. Tienen que predicar con el ejemplo.»

«…tienen que ser capaces de controlarse. Y, por ejemplo, hacer que se respeten las normas que hayan elegido, como el bloqueo y la cuarentena. Un historiador de Provenza cuenta que, en el pasado, cuando un confinado lograba escapar, mandaban que le rompieran la cabeza. No desearán eso. Pero tampoco pasarán por alto el interés general. No harán excepciones a las normas durante todo el tiempo que estas sean útiles, ni siquiera cuando el corazón los apremie. Se les pide que olviden un poco quiénes son, sin olvidar jamás lo que se deben a ustedes mismos. Esa es la regla de un honor tranquilo.»
Albert Camus

En la inédita situación en que nos hallamos, uno de los aspectos más relevantes y que reviste sin duda más interés es la respuesta a la (cualquier) crisis desde el(los) Gobierno(s), cuya gestión debe estar siempre informada por los principios de precaución y de prevención, es decir, administrando los recursos públicos puestos a su disposición de una manera racional y proporcionada, en función del riesgo y de los daños previsibles, pero siempre teniendo en cuenta que más vale pecar por exceso que por defecto…

Obviamente también conviene actuar siguiendo un elemental principio de prudencia de forma análoga a la norma contable que obliga a contabilizar los beneficios solo cuando se produzcan y las pérdidas cuando se conozcan. Lo que significa que hemos de situarnos siempre en el escenario más negativo, es decir, anticipando las pérdidas, aunque luego no lleguen a producirse.

Iniciada la transición hacia la nueva normalidad (véanse la Orden que regula la aplicación de la Fase 1 del Plan y también la Guía de la Fase 1) no está de más hacer una exhortación a la máxima prudencia a la hora de encarar esa gobernanza conjunta o cogobernanza entre el Gobierno y las comunidades y ciudades autónomas, en el que ambas instituciones actuarán en permanente diálogo bajo los principios de cooperación y colaboración.

En general la prudencia se define como la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela o moderación. Se entiende también como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, actuando con respeto de los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas... 

Hace unos años, en agosto de 2012, publicábamos una entrada en el blog con el título De la prudencia, en la que hacíamos precisamente un llamamiento general a la prudencia, lo que básicamente se traduciría -en cualquier ámbito- en actuar con sensatez, cordura, diálogo y buen gobierno, es decir, aquel que se ejerce de una manera objetivamente correcta, buscando siempre el cumplimiento del interés general, consiguiendo en un alto grado una buena gestión, con altas cotas de transparencia, eficacia, eficiencia, cumplimiento de la legalidad y, finalmente, y en la medida de lo posible, con un alto grado de satisfacción en el ciudadano.

En el texto de aquella entrada se reproducían algunos párrafos de uno de los capítulos del libro “La Conservación de la salud del cuerpo y del alma”, publicado a finales del s.XVI, y que puede ser considerado como el primer tratado de higiene en lengua castellana. Escrito por el doctor Blas Álvarez de Miraval, la primera edición de la obra vio la luz en Medina del Campo, en 1597.

A continuación, los párrafos y el capítulo en cuestión, referido al cultivo de la virtud de la prudencia:

CAPÍTULO LVI. En el cual se trata como cada cual debe procurar la virtud de la prudencia, pues con ella se vive más dichosamente y se conserva mejor la salud, y se alargan los días de la vida.

«Cicerón (…) nos avisa que por la prudencia podemos tener elección de los bienes o de los males. Y si es así, que la prudencia puede y tiene valor para elegir, y distinguir entre el bien y el mal, no hay duda sino que nos podrá apartar de infinitas ocasiones de males, y de muchos peligros de enfermedades en los cuales cada día vemos que el imprudente e inconsiderado como necio y torpe se deja caer, de los cuales el prudente y avisado se podrá guardar, pues acompañan siempre al tal hombre el amor y la inquisición [i.e. indagación, averiguación] de la verdad, la meditación del ánimo, la viveza del entendimiento, con suma atención, con memoria, con deliberación y elección de lo bueno, y con mucho estudio y ciencia. La cuales cosas todas se amonestan y aconsejan al prudente que nunca se confíe de su parecer, si en él no viere todos estos requisitos; pues está escrito, en el capítulo tercero de los Proverbios, que no estribemos en nuestra prudencia. Y en el capítulo duodécimo de la Epístola a los Romanos, que no queramos ser prudentes en nuestra sola opinión. Porque engañados con la filaucía [i.e. amor propio, egoísmo] pensando que sabemos mucho, andaremos en grandísima oscuridad palpando las tinieblas, como los hinchados filósofos, que pensando que eran muy sabios quedaron hechos tontos, y se desvanecieron en sus pensamientos. Porque se dejaron llevar de los movimientos del ánimo inconsiderados, movidos de sus propios afectos, de la locura y demencia, del olvido de los humanos acaecimientos, del amor propio, de la mala elección y de las temerarias acciones. Todo lo cual hace muy al revés el que escoge y se abraza con la prudencia, pues todos los bienes y virtudes que puede alcanzar procura de conservarlos, de defenderlos y usar de ellos sabiamente...»

En una de sus últimas publicaciones (Ideas cabales) el profesor Salvador Giner se refería a la prudencia con un gran sentido del humor, pero al mismo tiempo con una enorme seriedad: 
«Virtud cardinal, una de las cuatro, y cercana a las otras tres: justicia, fortaleza y templanza. Véase cautela. Llevada a su extremo, vicio de timoratos. Nunca es bastante para conductores de automóviles, peatones en las ciudades, alpinistas, amantes, maridos, toreros, sumos pontífices, lanzadores de cohetes en fiestas populares, mineros, aviadores, prostitutas, ladrones profesionales, locutores de radio y financieros.» Y aunque añadía: «Sin algo de imprudencia los políticos nada valen», con el permiso de Salvador Giner (†), interpreto que, en este caso, imprudencia significa arrojo, valentía, intrepidez, osadía o –como diría mi amigo Adolfo González- determinación...

A continuación, remite y recomienda como referencia bibliográfica al celebrado Oráculo manual y arte de prudencia de Baltasar Gracián, una obra del siglo XVII en la que a lo largo de trescientos aforismos comentados, se ofrecen un conjunto de normas para triunfar en una sociedad compleja y en crisis, como era la del barroco. Su vigencia queda demostrada por el hecho de que una versión al inglés, titulada The Art of Worldly Wisdom: A Pocket Oracle​ (1992) llegó a vender más de cincuenta mil ejemplares en el ámbito anglosajón, presentado como un manual de autoayuda para ejecutivos…

En todo caso, un libro muy recomendable que aconseja al hombre para llegar a ser sagaz, inteligente, y prudente (para curiosos e interesados, aquí una edición facsímil de la obra).
He aquí unos cuantos (jugosos) aforismos seleccionados:

4. El saber y el valor alternan grandeza. Porque lo son, hacen inmortales; tanto es uno cuanto sabe, y el sabio todo lo puede. Hombre sin noticias, mundo a oscuras. Consejo y fuerzas, ojos y manos: sin valor es estéril la sabiduría.

50. Nunca perderse el respeto a sí mismo. Ni se roce consigo a solas. Sea su misma entereza norma propia de su rectitud, y deba más a la severidad de su dictamen que a todos los extrínsecos preceptos. Deje de hacer lo indecente más por el temor de su cordura que por el rigor de la ajena autoridad. Llegue a temerse, y no necesitará del ayo imaginario de Séneca.

159. Saber sufrir [soportar] necios. Los sabios siempre fueron mal sufridos, que quien añade ciencia añade impaciencia. El mucho conocer es dificultoso de satisfacer. La mayor regla del vivir, según Epícteto, es el sufrir, y a esto redujo la mitad de la sabiduría. Si todas las necedades se han de tolerar, mucha paciencia será menester. A veces sufrimos más de quien más dependemos, que importa para el ejercicio del vencerse. Nace del sufrimiento la inestimable paz, que es la felicidad de la tierra. Y el que no se hallare con ánimo de sufrir apele al retiro de sí mismo, si es que aun a sí mismo se ha de poder tolerar.

201. Son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen. Alzóse con el mundo la necedad, y si hay algo de sabiduría, es estulticia con la del cielo; pero el mayor necio es el que no se lo piensa y a todos los otros define. Para ser sabio no basta parecerlo, menos parecérselo: aquel sabe que piensa que no sabe, y aquel no ve que no ve que los otros ven. Con estar todo el mundo lleno de necios, ninguno hay que se lo piense, ni aun lo recele.

298. Tres cosas hacen un prodigio, y son el don máximo de la suma liberalidad: ingenio fecundo, juicio profundo y gusto relevantemente jocundo. Gran ventaja concebir bien, pero mayor discurrir bien, entendimiento del bueno. El ingenio no ha de estar en el espinazo, que sería más ser laborioso que agudo. Pensar bien es el fruto de la racionalidad. A los veinte años reina la voluntad, a los treinta el ingenio, a los cuarenta el juicio. Hay entendimientos que arrojan de sí luz, como los ojos del lince, y en la mayor oscuridad discurren más; haylos de ocasión, que siempre topan con lo más a propósito. Ofrecéseles mucho y bien: felicísima fecundidad. Pero un buen gusto sazona toda la vida.

Tiempo habrá de volver en alguna otra ocasión sobre esta (gran) obra…
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domingo, 3 de mayo de 2020

Sigue el camino de baldosas amarillas…

  Primera página de una edición estadounidense  de “El Mago de Oz” editada en 1900

«Nadie sabe cuál es el buen camino, pero este parece bastante razonable.»

«Se está mejor en casa que en ningún sitio…»
«Sigue el camino de baldosas amarillas…»

Más de ochenta años después de su estreno, estas dos frases de El mago de Oz, la deslumbrante película de Víctor Fleming, adaptación del libro de literatura infantil de Lyman Frank Baum publicado en 1900 como una especie de versión country de la Alicia de Lewis Carroll, pueden ser sin duda el mejor resumen de las recomendaciones en los dos momentos clave de la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2: la fase del confinamiento y la fase de esto que ahora se ha dado en llamar “desescalada”. Cabe preguntarse si hubo alguna vez una “escalada” hacia algún sitio (ver  a este respecto: Vocabulario colateral de la pandemia).

Obviamente, en la etapa de confinamiento establecida por el Real Decreto de alarma del pasado 14 de marzo, lo mejor que podíamos hacer era recordar y poner en práctica la consigna de Dorothy después de haberse visto envuelta en una serie de peripecias, causadas por un tornado que la arrastró hasta un mundo de fantasía: «Se está mejor en casa que en ningún sitio…»

Superada esta etapa, nos encontramos ahora a vueltas con el denominado “plan de desescalada” o, por decirlo más técnicamente, el Plan para la transición hacia una nueva normalidad, aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 28 de abril.  Este proceso de desescalada, que se prolongará hasta finales de junio, ha de ser necesariamente gradual, asimétrico, coordinado con las comunidades autónomas, progresivo y adaptable a los cambios de orientación precisos en función de la evolución de los datos epidemiológicos y del impacto de las medidas adoptadas.

Poco antes, el pasado 14 de abril de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió los criterios a tener en cuenta a la hora de plantear el desconfinamiento:

· Romper la cadena de trasmisión detectando el mayor número de casos posible, tratando a las personas que presentan síntomas y aislando tanto a los enfermos como a las personas que han estado en contacto con ellos.

· Contar con recursos sanitarios suficientes para poder responder rápidamente ante los casos detectados y, en especial, para poder atender los casos más graves.

· Minimizar los riesgos en lugares con alto potencial de contagio como son los centros sanitarios y de cuidados (residencias), los lugares cerrados y los lugares públicos donde se produce una gran concentración de personas.

· Establecer medidas preventivas en los lugares de trabajo y promover medidas como teletrabajo, el escalonamiento de turnos y cualesquiera otras que reduzcan los contactos personales.

· Gestionar el riesgo de importar y exportar casos más allá de nuestras fronteras, para lo que recomienda la implementación de medidas de control y aislamiento para personas contagiadas o que provengan de zonas de riesgo.

· Asumir la importancia de que todos los ciudadanos se muestren comprometidos con las limitaciones que se están adoptando y comprendan que, en gran medida, la contención de la pandemia depende de ellos.

Por tanto, esa salida gradual del actual estado de confinamiento obliga a seguir reforzando las capacidades en cuatro ámbitos: vigilancia epidemiológica; identificación y contención de fuentes de contagio; asistencia sanitaria; y medidas de protección colectiva, tanto de dimensión nacional como autonómica y local.

Los parámetros cuyos valores son necesarios para avanzar en la desescalada, y de los que es necesario un seguimiento continuo, se plasmarán en un cuadro de mandos integral único que ayudará a graduar la intensidad y velocidad del desconfinamiento, incluyendo parámetros fundamentales para la toma de decisiones: 

· De salud pública, a partir de los datos que evalúan las cuatro capacidades estratégicas ya señaladas y la evolución de la situación epidemiológica. 

· De movilidad (tanto interna como internacional), muy vinculada a un posible aumento del riesgo de contagio. 

· De la dimensión social (impacto de la enfermedad, el confinamiento y la desescalada en los colectivos sociales más vulnerables, en particular los mayores). 

· De actividad económica (evaluación de la situación por sectores, en especial aquellos con más capacidad de arrastre y los más duramente afectados por la crisis).

El Plan incluye una serie de Anexos (Anexo I, Anexo II, Anexo III) que contienen un conjunto de indicadores epidemiológicos y de capacidad asistencial, de movilidad, así como sociales y económicos, que permitan realizar un seguimiento y monitorizar la situación del proceso de desconfinamiento. Dibujan un cronograma orientativo para la transición en cuatro fases.

El paso de una fase a otra en cada ámbito territorial estará basado y se determinará en función de las capacidades estratégicas de cada Servicio de Salud, tanto de atención primaria como hospitalario; de su situación epidemiológica; de la implantación de medidas de protección colectiva en comercios, transportes, centros de trabajo y en cualquier espacio público, y en los datos de movilidad y económicos.

Toca pues seguir el camino de baldosas amarillas, como recomendó a Dorothy el hada buena del Norte. Por si quedara alguna duda, en este documento podemos encontrar algunas respuestas a preguntas frecuentes. Y un enlace al BOE con una serie de órdenes y disposiciones urgentes que desarrollan la "entrada" en la fase de desescalada.

Sobre todo ello, el filósofo alemán Peter Sloterdijk recuerda en estos días que «…en un futuro, la competición por la inmunidad debería ser reemplazada por una nueva conciencia de la comunidad, por la necesidad de fomentar la coinmunidad, fruto de la observación de que la supervivencia es indiferente a las nacionalidades y las civilizaciones.»

De camino hacia esa nueva normalidad (ya estamos en fase 0), conviene recordar que seguimos sin una guía concreta, sin manuales ni libros de instrucciones a los que recurrir. Echa uno de menos que alguien entre esa ingente caterva de opinadores sin luces, graduados en futurología retrospectiva, expertos en predecir el pasado, funestos augures diplomados en epidemiología, juntaletras salubristas y otros, hubieran escrito algún pequeño breviario que pudiera servirnos de ayuda y alumbrarnos en ese camino.

En vez de eso, con demasiada y excesiva frecuencia, la facundia, la excesiva locuacidad y la incontinencia verbal de muchos de ellos, demuestran su atrevida ignorancia y su carácter mercenario y servil, poniendo de manifiesto aquello que recordaba Jonathan Swift, celebrado autor de “Los viajes de Gulliver”: «algunas personas son más cautas en ocultar su sabiduría que su torpeza».


lunes, 18 de noviembre de 2019

El reto del «alineamiento estratégico» (Alignment)

            Foto: Guillermo (Flickr)

  «Se debe rastrear la poesía por los juzgados y los hospitales...»
Joan Margarit (Premio Cervantes, 2019)

En el contexto de la gestión y dirección de empresas, compañías, organizaciones o instituciones, (en un momento político como el actual vale decir aquí también administraciones o gobiernos), la idea y el concepto de alineamiento (alignment) se refiere al grado en que la visión, las estrategias, la capacidad organizativa, los recursos y sistemas de gestión se encuentran “en sintonía”, es decir, en qué medida están organizadas para apoyar el propósito o misión (i.e. el motivo y la razón de ser) de la empresa, organización o gobierno.

A modo de resumen, en términos gerenciales, puede decirse que el alineamiento de una organización consiste en hacer que todos los departamentos, divisiones, áreas y unidades de servicio compartan una unidad de objetivos principales, conjuntamente con unas estrategias y unos planes operativos conectados que consigan que la suma de todas estas aportaciones sea mayor que la individualidad de cada una de ellas, mejorando así los resultados (sean estos financieros, de servicio al ciudadano-cliente, de satisfacción del personal y de los empleados y de calidad de los productos y servicios ofrecidos).

No se habla mucho o, dicho de otra forma, suele hablarse (bastante) poco, de la necesidad de que la estrategia, los objetivos y propósitos de todos los integrantes/componentes/miembros de una organización se encuentren alineados. En este sentido, en el ámbito estrictamente empresarial el alineamiento significa ganar a través de una cadena de valor estrechamente gestionada, que conecta el propósito de una empresa concreta (lo que se hace y por qué se hace) con su estrategia comercial (lo que está tratando de ganar para cumplir su propósito), la capacidad organizativa (lo que se necesita para ‘ser bueno para ganar’), la arquitectura de los recursos (lo que le hace ser buena) y, finalmente, los sistemas de gestión (lo que ofrece el rendimiento ganador que necesita). Pero contribuir al alineamiento es, sin duda, una de las tareas imprescindibles, (si no la fundamental), del liderazgo en cualquier organización. Y conviene siempre recordar que la cadena de valor (sea en un contexto empresarial, político o administrativo) es tan fuerte como su eslabón más débil.


Finalmente, refiriéndonos expresamente al ámbito de las organizaciones sanitarias, su complejidad hace que la alineación organizacional y la adaptación al cambio sean mucho más difíciles. Lograr y mantener una alta alineación organizacional es difícil, especialmente en un contexto y un entorno operativo que cambia rápidamente y de forma acelerada. Pensemos en el propio Sistema Nacional de Salud: conseguir la (deseable) coordinación, cooperacióncohesión y armonización, vale decir conseguir la alineación estratégica del sistema, en un modelo territorial descentralizado, con distintos y diferentes niveles administrativos de competencias y responsabilidades gubernamentales, no es precisamente una tarea sencilla.

La complejidad de un sistema sanitario generalmente surge como resultado de cuatro factores principales: número de agentes/actores y grupos de interés implicados, variedad de líneas de negocio (oferta, cartera de servicios, niveles asistenciales), variedad y expectativas de los diferentes grupos de ciudadanos-clientes y dispersión geográfica. A ello se añade también un modelo intrincado de financiación y una multiplicidad de regulaciones.

Las organizaciones y empresas grandes, diversificadas y geográficamente dispersas, en cualquier sector en el que compitan, requieren el mayor esfuerzo estratégico de su liderazgo para estar alineadas. En el caso del SNS y de cada uno de los Servicios de Salud autonómicos, ¿cuál es el grado de complejidad de nuestra organización sanitaria y cómo se encuentran nuestros equipos en cuanto a capacidad de liderazgo para enfrentar el desafío del alineamiento estratégico?

Recordemos a estos efectos la Exposición de Motivos de la propia Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud: (…) «El órgano básico de cohesión es el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, al que se dota de mayor agilidad en la toma de decisiones y de mecanismos para la búsqueda de consensos, así como para la vinculación entre las partes en la asunción de estas decisiones. Junto al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud se sitúa la Alta Inspección, a la que se atribuye el seguimiento de los acuerdos de aquél, entre otras funciones.»
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Algunas breves referencias bibliográficas adicionales:

Alignment (2007). Kaplan R, Norton D.


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Para terminar: el pasado 14 de noviembre se concedió el Premio Cervantes 2019 al poeta catalán Joan Margarit, y ello es razón más que suficiente para incluir aquí uno de sus hermosos poemas y un vídeo con un recital-homenaje al poeta:

AMAR ES DÓNDE

«Sentado en un tren miro el paisaje
y de pronto, fugaz, pasa un viñedo
como el relámpago de una verdad.
Sería un error bajar del tren
porque entonces la viña desaparecería.
Amar es dónde, algo lo evoca siempre:
un terrado a lo lejos, la tarima vacía
(en el suelo una rosa) de un director de orquesta,
los músicos que hoy están tocando solos.
Tu habitación al clarear el día.
Y, claro está, los pájaros que cantan
en aquel cementerio una mañana de junio.
Amar es un lugar.
Perdura en lo más hondo: es de dónde venimos.
Y también el lugar donde queda la vida.»


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