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sábado, 30 de diciembre de 2017

O Jardim dos Valores Universais (I)


          Palacio dos Marqueses de Ponte de Lima (Mafra). Foto: Cíntia Costa


(Un post para acabar el año hablando sobre ética y valores…).

El pasado mes de agosto estuvimos alojados durante una semana en el Palacio de los Marqueses de Ponte de Lima, también llamado Quinta da Cerca, en Mafra, a unos 40 km. al norte de Lisboa. Convertido hoy en una flamante pousada, el Palacio y sus jardines, que datan del siglo XVII, fue construido por el arquitecto real Diego Marques Lucas. Conserva en sus sencillas líneas el carácter de la arquitectura de la época y se edificó sobre las ruinas del antiguo castillo de Mafra y el Palacio medieval existentes. A lo largo de los últimos cuatro siglos de historia tuvieron lugar allí varios acontecimientos importantes: fue el lugar de residencia del rey João V cuando visitaba las obras de construcción del convento-palacio de Mafra (el escritor José Saramago hace referencia a ello en su novelaMemorial del Convento); fue escenario de la "conspiración de Mafra" contra D. João VI; albergó al general Loison durante la ocupación francesa; fue también un improvisado hospital de enfermos de peste bubónica y, al parecer, habría sido la primera escuela elemental de la villa de Mafra.


Según diferentes relatos históricos, el jardín del Palacio contaba con paseos a través de una densa arboleda, donde se levantaban estatuas, lagos, fuentes y estanques, una casa de recreo y dos capillas, cuyo interior estaba adornado por retablos manos de los célebres escultores de Mafra. Tras décadas de incuria, degradación y de abandono, hoy es un tranquilo alojamiento lleno de historia y de recuerdos. El Instituto Luso-Ilírio para o Desenvolvimento Humano (iLIDH), institución privada sin ánimo de lucro, asumió la responsabilidad de la restauración y recuperación del Palacio y de los jardines con vistas al establecimiento de la llamada Universidad de los Valores, un espacio multifacético de investigación, formación, bienestar y conocimiento cuyos objetivos se centran en el llamado “Museo de los Valores Universales” que –explican- pretende «educar para los valores y para la felicidad, distanciándose de una visión materialista de  la vida y privilegiando una visión espiritual, no dogmática,  mediante un abordaje que invierte en el aprendizaje a través de la experiencia, el descubrimiento de la naturaleza, las capacidades de autorreflexión, en el contacto con la con(s)ciencia individual y colectiva. Promueve un ideal de desarrollo personal, social y cívico, armonioso e integral, que reúne cualidades de carácter, de relaciones armoniosas y de responsabilidad cívica.» (sic)

Según cuentan en la página Web, el iLIDH ha pretendido recuperar el esplendor que una vez caracterizó el jardín del Palacio, transformándolo en el jardín de valores universales, que definen como «un espacio intercultural e interconfesional, de reflexión, intercambio de experiencias y contemplación, a través de la organización de diversas actividades sensoriales, intelectuales, emocionales y físicas para los visitantes. El jardín acoge obras artísticas y símbolos asociados a diferentes culturas y religiones, en un entorno de espiritualidad y tolerancia global.» (sic)

Lo cierto es que a lo largo de un sinuoso recorrido por el jardín de marras, a modo de camino o viaje iniciático pueden encontrarse una serie de cartelas en las que con un lenguaje algo redicho y afectado definen (en ocasiones de manera harto discutible) cada uno de los que denominan o consideran -de manera algo ampulosa y exagerada- como “valores universales”.

A pesar de los evidentes y sospechosos ecos de libro cursi de autoayuda, cierto buenismo panteísta impregnado de una impostada e ingenua religiosidad, esta prosa algo empalagosa y recargada (ver más abajo) me recordó a algunos (interesantes) libros del físico Fritjof Capra (El Tao de la física, La trama de la vidao  ‘Las conexiones ocultas’), en los que el autor yuxtapone física y misticismo para dar una nueva visión de la realidad, o describe las interrelaciones e interdependencias de los fenómenos psicológicos, biológicos, físicos, sociales y culturales en una perspectiva de pensamiento interdisciplinario.

En fin, he aquí el listado, en un orden aleatorio y sin jerarquías, de los (supuestos o teóricos) valores universales que pueden encontrarse en este jardín de Mafra:

·         Libertad
·         Igualdad
·         Compasión
·         Confianza
·         Alegría
·         Verdad
·         Gratitud
·         Amor
·         Paciencia
·         Paz
·         Creatividad
·         Felicidad

Evidentemente, cabe la duda razonable de si con estas grandes palabras se refieren o están hablando de principios en sentido ético, es decir, de normas o reglas de carácter general y universal; de valores en términos axiológicos, o incluso de virtudes o simples cualidades. Algunos de ellos pueden considerarse en realidad como condiciones previas y necesarias (Libertad, Igualdad, Verdad…) y otros serían la consecuencia o resultado de la puesta en práctica de otros (Gratitud, Paz, Felicidad…). Puestos a enumerar algunos de esos teóricos valores universales, uno echaría en falta (entre otros y sin ir más lejos) la Responsabilidad, el Respeto, la Tolerancia o la Solidaridad...

A continuación transcribimos el (controvertido) texto, directamente traducido del portugués, que acompaña a cada uno de las cartelas del Jardín:

LIBERTAD

«La libertad es la experiencia de la verdad, la comunión con la ilimitada plenitud de la realidad y de la vida. La verdad libera del sentimiento de separación, de ruptura y de solidez, del egocentrismo, del miedo y de la inseguridad, de las preocupaciones con el pasado, el futuro y el presente. La verdad libera de la insatisfacción con la vida y el deseo de posesión, de la agresividad y de la indiferencia, que surgen cuando nos imaginamos desconectados del mundo y de los otros seres.

La libertad es la experiencia de vivir en el Infinito y, en lo íntimo, no tenemos otros límites sino los que imaginamos. La libertad hace que nuestras vidas sean procesos abiertos, exuberantes de posibilidades, que no se definen ni se agotan en las identidades que construimos, en los hábitos que creamos y en lo que pensamos, decimos y hacemos en cada momento. Siempre podemos ir en otro sentido y ser otros. Siempre podemos transformarnos y buscar lo que sea mejor para todos y para todo. Siempre podemos evolucionar. O podemos simplemente descansar en silencio en el fondo de lo que desde siempre somos, aquí y ahora.

La libertad nos hace responsables de todo lo que hacemos o no, a nivel mental, verbal y físico. Por la libertad somos co-creadores del mundo, que no existe separado del modo en que lo percibimos e interactuamos. La libertad desmiente al fatalismo y abre horizontes de crecimiento y de esperanza.

La libertad es multidimensional. Para que cada ser humano se desarrolle de manera integral son fundamentales la libertad económica, política y cultural, por las que satisfaga sus necesidades básicas, ejerza su ciudadanía y expanda sus facultades. Pero la libertad no existe si no somos responsables del impacto de nuestras acciones sobre todos los seres y la Tierra. Si la libertad se ejerce sin respeto por el otro, sea humano, animal o naturaleza, si la libertad se ejerce contra sí misma, se niega y se destruye, pues todos somos interdependientes.

 Por eso, la forma suprema de libertad no es hacer lo que se quiera, sino la liberación de la ignorancia, de la insensibilidad y del egocentrismo. La libertad radica en la verdad y florece y fructifica en el amor y en la compasión.»

COMPASIÓN

«La compasión es sentir los sufrimientos de los demás como si fueran nuestros. La compasión es una resonancia espontánea con todo cuanto siente y vive, que nos mueve para aliviar el dolor de quien sufre.

La compasión no es una simple empatía que nos deja aplastados por el dolor ajeno, sino un dinamismo que no se resigna y hace todo lo posible para serenar y liberar a los que sufren. La compasión es la respuesta activa a los dolores de todos los seres, sean físicos o psicológicos.

En la compasión más profunda, como en el amor más profundo, desaparece la aparente separación entre el yo y el otro: se disuelven las fronteras de la piel y de la mente, y una vida más completa y más amplia palpita en nosotros y en todo lo que existe. El amor y la compasión son iniciaciones del corazón al misterio de la Vida.

El amor y la compasión pueden empezar con nosotros mismos si fuese necesario, pero su ampliación nos libera de la tortura de estar obsesivamente centrados en nuestros problemas y sufrimientos personales. Con amor y compasión el corazón se abre a los otros y ello relativiza nuestros dolores, proporcionándonos fuerza, confianza, coraje y un sentimiento íntimo de autorrealización. El amor y la compasión nos hacen más vastos, potencialmente ilimitados como el universo.

Paradójicamente o no, no sólo el amor sino también la compasión nos conduce a la alegría. La alegría de descubrir que el dolor, el sufrimiento, la violencia y la negatividad no tienen la última palabra y de que poseemos el inmenso poder de reducirlos y anularlos. La alegría de vibrar al unísono con el mundo, con sus luces y sus sombras, en su totalidad. La alegría de ver que es posible superar todos los límites. Sintiendo amor y compasión incluso por aquellos que nos hacen sufrir y hacen sufrir a los otros, porque ponernos en su lugar nos hace sentir su sufrimiento y sus limitaciones actuales, pero también su potencial para evolucionar más allá de eso.»

ALEGRÍA

«La alegría es el disfrute espontáneo de la Vida, sin porqué ni para qué. La alegría es la levedad del juego del mundo, la danza graciosa de todas las cosas, con(s)ciencia, energía y materia en la eterna armonía que se renueva a cada instante. La alegría es la infancia intemporal y la juventud que nos habitan, donde todo es fresco y siempre nuevo, nacido a cada instante.

La alegría es más profunda que el drama, la comedia y la tragedia. Es la sonrisa que se abre más allá de la oscilación entre la risa y el llanto. La sonrisa de la Vida que siempre renace de todos los aparentes absurdos, conflictos, daños y pérdidas.

La alegría auténtica incluye el regocijo por el bien de los otros, que nos libera de los tormentos de la envidia y de los celos. Quien se alegra por el bien de todos se ofrece a sí mismo muchas más ocasiones de ser feliz que los que se alegran sólo por su propio bien.

La alegría más profunda es la que surge sin ser buscada. La alegría de las experiencias más sencillas. La alegría de ser. Este profundo bien de estar aquí y no necesitar nada más. Esta alegría viene impregnada de gratitud.»

GRATITUD

«La gratitud es el reconocimiento por todo y para todos los que nos permiten la participación gratuita en la Fiesta de la Vida. La gratitud brota de la con(s)ciencia de que todo el universo conspira para nuestro bien, por la comprensión de cómo toda nuestra vida y todo lo que en ella disfrutamos y podemos llegar a disfrutar depende de la contribución voluntaria e involuntaria de un número incontable de seres, así como de los grandes elementos cósmicos que forman todo lo que existe: espacio, aire, tierra, fuego, agua.

Tenemos todo el cosmos en el cuerpo, en la respiración y en la con(s)ciencia, así como la vida de una inmensidad de seres en todo lo que comemos, vestimos y utilizamos. Somos todos interdependientes y estamos todos entrelazados. Estas palabras y su sentido no existen fuera de la materia del mundo y de la mente del lector. En nosotros tenemos todo y a todos. Debemos nuestra existencia a la existencia de todo. Somos entre todos. Inseparables unos de los otros, de todas las cosas y de la naturaleza como un todo.

Con esta con(s)ciencia la vida es una continua acción de gracias. Tanto por sus circunstancias y experiencias menos deseadas como por las más duras y difíciles, que nos desafían y permiten superar nuestros actuales límites, evolucionando más rápidamente. Entonces, la gratitud asume la forma de paciencia.»

PACIENCIA

«La paciencia es la capacidad de soportar con regocijo y perseverancia todas las manifestaciones de la Vida, incluso las más duras o contrarias a nuestros intereses, deseos y expectativas. La paciencia es, sobre todo, la capacidad de aceptar y apreciar las cosas como son, al margen de nuestros esquemas, preferencias y exclusiones mentales y emocionales, libres de nuestros intentos de manipulación y control. La verdadera paciencia no es nunca una resignación pasiva, sino una apertura activa de la conciencia y del corazón a las dimensiones más profundas e imprevistas de la realidad, por más extrañas, inhóspitas e incómodas que parezcan cuando nos cerramos a ellas. No hay paciencia sin sabiduría, libertad, amor, compasión, alegría y gratitud.

La paciencia nos hace más fuertes, o sea más sensibles, flexibles y tiernos y menos rígidos, duros y obstinados. La paciencia nos abre siempre a una mayor comprensión y aceptación de nosotros, de los otros y del mundo, tal como son o van a ser y no como creemos que deberían ser, al mismo tiempo que nos inscribe en un horizonte de desarrollo ilimitado. 

La paciencia no se limita a lo actual, sino que se abre también a lo posible. Somos verdaderamente pacientes cuando aceptamos y asumimos todo lo que de mejor somos y podemos llegar a ser y no renunciamos a llevarlo a cabo, movidos por el amor, la compasión y la perseverancia, para el bien de todo y de todos. La paciencia nos libera así de juicios y de resentimientos y nos lleva a la creatividad.»

CREATIVIDAD

«La creatividad es la sintonía con la constante recreación de la Vida, que nunca es igual a sí misma y jamás se repite, manifestándose como un constante flujo de experiencias y acontecimientos siempre nuevos, únicos e imprevisibles. La creatividad es nuestra propia vida, antes de que sea la concepción de cualquier idea o proyecto, o la producción de una obra externa. Si se mueve por la sabiduría, el amor y la compasión, la creatividad es la realización espontánea de lo que sea en cada momento y circunstancia lo mejor para todos, sin pensar en ello. La verdadera creatividad no obedece a planes, programas y proyectos, siendo antes el soplo inspirador de la Vida libre de las limitaciones de los deseos e intereses humanos. Por ello, la creatividad que lleva a individuos, sociedades, tradiciones y culturas a evolucionar y superarse, no cristaliza en formas definitivas, estériles y muertas. La evolución es un libro que se escribe a sí mismo y abre una última página siempre en blanco.

La creatividad se manifiesta en la capacidad de comenzar de nuevo a cada instante y, en este sentido, se vincula al perdón, que nos libera del dolor del resentimiento contra nosotros mismos, los otros y el mundo, así como del infierno de la crítica, de la censura, del juicio, de la condenación, de la culpa y de la culpabilización. No porque ignore la responsabilidad, sino porque cumple negándose a encerrar la Vida en lo ya vivido y en las interpretaciones, evaluaciones y juicios hechos acerca del pasado, que pesan sobre el presente y estrechan el horizonte del futuro.

Perdonar viene del latín perdonare, que sugiere dar o reconocer, a sí mismo y a los otros, la posibilidad de un constante renacimiento, conforme a la perenne renovación y creatividad de la Vida. El perdón y la creatividad suponen también comprender que no hay responsabilidades unilaterales y que somos siempre parte activa de las causas y condiciones de todo lo que nos acontece, que somos co-creadores del mundo y que no hay hechos que no sean producto de nuestras acciones y percepciones. El perdón es tanto más creador cuanto más reconozca la negatividad y limitación de las acciones anteriores y conduzca a la resolución firme de no volver a ceder a ellas.

Más que la meramente humana, la creatividad más completa es la de la Vida, que se manifiesta en todas sus formas desde las más simples a las más complejas. En este sentido, revela la profunda igualdad de todos los seres, la superabundante riqueza de sus riquezas irreductibles a comparaciones y jerarquías.»
(Continuará…)

6 comentarios:

  1. Y ya puestos, Rodrigo, podríamos añadir: Amistad, Fraternidad, Honor, Honradez y Justicia. Lo añado tomando como fuente un ensayo complementario:

    https://www.uv.mx/psicologia/files/2014/11/VALORES-UNIVERSALES.pdf

    En conjunto estos valores son también lo que dices: principios y virtudes, incluido el lema de la República Francesa.

    Un amistoso, fraternal… y respetuoso saludo

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por la (excelente) aportacion, José Manuel.
      Con mis mejores deseos de paz y felicidad, recibe un cordial saludo (recordemos: de cor, cordis, corazón).

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    2. Por qué me gustará tanto...
      Gracias Rodrigo
      Libertad

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    3. Será porque: “La libertad es la experiencia de vivir en el Infinito y, en lo íntimo, no tenemos otros límites sino los que imaginamos...”
      Gracias a ti, Zulema.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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