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viernes, 4 de julio de 2014

Comunicación en el entorno sanitario

Viñeta de una publicación de la asociación linfoma, mieloma y leucemia (aeal)
Parece ocioso referirse a estas alturas a la (enorme) importancia de la comunicación en el ámbito sanitario en general y en las relaciones clínico-asistenciales en particular. El intercambio de información y la comunicación efectiva se destacan como elementos fundamentales de la atención centrada en el pacienteen el contexto de un proceso en el que los profesionales de la atención sanitaria comunican y comparten información completa e imparcial con los pacientes y sus familias de manera positiva y útil. Los pacientes y sus familias reciben información oportuna, completa y precisa (rigurosa) para poder participar con eficacia en la atención y en la toma de decisiones.

Baste citar aquí la Declaración de Barcelona de las Asociaciones de Pacientes (2003), en cuyo decálogo se citaban expresamente estos dos principios:

· Relación médico-paciente basada en el respeto y la confianza mutua.
Se define la importancia de la relación médico-paciente como una relación fundamental basada en el respeto y la confianza mutua, que conduce a la mejora y/o a la resolución de los problemas de salud y calidad de vida de los pacientes y de sus familiares. Las asociaciones pueden contribuir a mejorar esta relación y que ésta se produzca de forma más simétrica.
· Formación y entrenamiento específico en habilidades de comunicación para profesionales.
Los sistemas de salud deben crear las condiciones de formación y entrenamiento específico en habilidades de comunicación de sus profesionales y dentro de las organizaciones para que se produzca una relación-comunicación médico-paciente más simétrica y satisfactoria para los pacientes.

Más recientemente, la Declaración de Zaragoza (SEAUS, 2011) se refería también a este aspecto en los siguientes términos:

 · Comunicación.
La atención al usuario en el Sistema Sanitario es un espacio en el que se canalizan sentimientos, necesidades, emociones, derechos y deberes. La comunicación es el elemento primordial de la relación entre usuarios y profesionales, siendo necesario incluir las habilidades de comunicación entre las competencias profesionales.

Hace más de veinte años que Ezekiel y Linda Emanuel establecieron en un artículo ya clásico (Four models of the physician-patient relationship) los paradigmas o modelos-tipo de la relación médico-paciente:

·     Modelo paternalista, según el cual sólo se debe dar información a los pacientes y solicitar su consentimiento cuando ello resulta imprescindible para optimizar su colaboración en la realización de los procedimientos sanitarios que el médico, desde su sabiduría técnica y moral, considera que son los que debe hacer para procurar la salud del paciente, tal y como él la entiende.
·   Modelo informativo. Consiste en explicar al paciente las posibles alternativas existentes para que él decida lo que quiere que se haga. En realidad es la institucionalización del mal entendido “derecho a ser dejado solo” y no deja de ser una radicalización paradójica de la medicina defensiva. Es más un constructo teórico, pues nadie acude al médico teniendo claros los valores que le guían y sin desear escuchar al menos una mínima valoración u opinión del médico respecto a lo que haya que hacer.
·      Modelo interpretativo. La diferencia fundamental entre el modelo interpretativo y el deliberativo reside en el grado de protagonismo moral que el médico adquiere en uno u otro mediante el uso de la persuasión
·    Modelo deliberativo. El quid del modelo deliberativo es poder llegar a articular correctamente fines y medios, pues “siendo las cosas lo que son y el hombre lo que es, conviene buscar en todo, no lo mejor absolutamente, sino lo mejor posible dadas las circunstancias”.

En realidad el problema no es de “valores”, sino de los propios fines de la actividad sanitaria. Es decir, los modelos interpretativo y deliberativo de Emanuel y Emanuel pueden encontrarse con el problema de que el desacuerdo no es tanto en los valores importantes para el paciente y su decisión, sino en los fines mismos de la actividad médica y en el sentido que tiene la propia figura del profesional sanitario. Por ello es fundamental profundizar en el problema de los fines de la medicina.
Recordemos aquí que según el conocido Informe Hastings (1996), estos fines son:

       La prevención de enfermedades y lesiones y la promoción y la conservación de la salud.
       El alivio del dolor y el sufrimiento causados por enfermedades.
       La atención y la curación de los enfermos y los cuidados a los incurables.
       La evitación de la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila.

El Informe contiene una de las declaraciones más sencillas pero más completas sobre cuál debería ser el objeto y el sentido real de nuestro trabajo, y hacia dónde deberíamos dirigirnos: «No deberíamos permitir que los medios burocráticos, organizativos, políticos y económicos empleados en lograrlos, eclipsen las cuestiones, siempre presentes y a menudo difíciles, de los fines y las metas. La medicina del futuro no será, ni debería ser, la misma medicina del pasado y del presente en sus estructuras institucionales y marcos políticos. Únicamente del esfuerzo común de médicos y pacientes, de medicina y sociedad, depende que ese futuro se modele correcta y satisfactoriamente, y el lugar de donde debe partir dicho esfuerzo son los fines de la medicina.»

Todo esto viene a cuento de la presentación esta misma semana, en la sede del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, de un estudio -bienintencionado pero con bastantes carencias metodológicas- patrocinado por el diario ABC y que contó con la presencia de la Secretaria General de Sanidad, el Presidente de la OMC, el director del diario citado y el consejero delegado de la empresa autora del informe.

Al parecer el análisis se ha realizado a partir de una muestra de 237 entrevistas a pacientes o familiares, realizadas en abril de 2014 a las puertas de centros de salud y hospitales tanto públicos como privados.

Se pidió a los entrevistados que valorasen aspectos intangibles como simpatía, cordialidad, comprensión, empatía, confianza y paciencia del médico o médicos con el paciente o familiar directo en su caso. En general, los médicos “aprueban” en estos aspectos. La mayor calificación la obtiene la confianza, mientras que la menos puntuada es la empatía, ya que los pacientes y familiares sienten que el médico no se pone en su lugar (?).

Según los resultados del trabajo, aunque la comunicación médico-paciente no se considera un problema para la mayoría de quienes acuden a una consulta, los pacientes y familiares creen que “esta comunicación debe mejorar por el bien del colectivo médico y de los propios pacientes.

Los entrevistados admiten mayoritariamente (82,3%) que sí entendieron las explicaciones que les dieron sobre su estado de salud o el de sus familiares. Un 78,9% de quienes pidieron aclaraciones adicionales recibieron una explicación satisfactoria por parte del médico.

Los entrevistados que acudieron a una consulta de Pediatría quedaron menos satisfechos que la media (al 10,5% no le resolvieron sus dudas) y los que lo hicieron a consultas de Oncología obtuvieron respuestas más satisfactorias.

El uso de términos que no se entienden por parte de los médicos es la causa de incomprensión más citada por los entrevistados (45,1%).

Por otro lado, un 41,4% de los entrevistados manifiesta que consulta Internet u otras fuentes para tener más detalles sobre sus problemas de salud.

Además de encuestar a pacientes, se ha recabado también la opinión de la Organización Médica Colegial, del Consejo General de Enfermería de España, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria y de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias.

En este apartado cabe destacar la opinión del presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín @jrsendin en el sentido de que potenciar la comunicación médico-paciente a través de las TIC podría contribuir a resolver una gran cantidad de dudas de los pacientes sin generar grandes listas de espera, ni absentismo laboral.

En fin, un estudio algo pobre, que no añade gran cosa a lo que ya sabemos sobre la relación médico-paciente y cuya finalidad en última instancia no queda del todo clara… 

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