domingo, 24 de abril de 2016

Así que pasen treinta años. (Sobre la LGS)



«De todos los empeños que se han esforzado en cumplir los poderes públicos desde la emergencia misma de la Administración contemporánea, tal vez no haya ninguno tan reiteradamente ensayado ni con tanta contumacia frustrado como la reforma de la Sanidad.»
Exposición de Motivos de la Ley General de Sanidad


Una de las leyes clave de nuestra democracia

Han transcurrido 30 años desde la publicación de la Ley General de Sanidad (Ley 14/1986, de 25 de abril), (LGS) en cuya exposición de motivos ya se constataba lo que hasta entonces había venido siendo una triste y dolorosa realidad en este país de nuestras desdichas:

«…las respuestas públicas al reto que en cada momento ha supuesto la atención a los problemas de salud de la colectividad han ido siempre a la zaga de la evolución de las necesidades sin conseguir nunca alcanzarlas, de manera que se han convertido en una constante entre nosotros la inadaptación de las estructuras sanitarias a las necesidades de cada época

Partiendo del modelo de seguro social sanitario existente, la Ley ponía en marcha una profunda reforma con la creación de un Sistema Nacional de Salud (SNS) ampliamente descentralizado en el nivel político y administrativo, concebido como el conjunto de los servicios de salud de las Comunidades Autónomas “convenientemente coordinados”, a partir del principio de integración efectiva de los servicios sanitarios existentes en su ámbito correspondiente.

En su momento la norma -que tenía en cuenta las experiencias organizativas comparadas que habían adoptado el mismo modelo- supuso un enorme salto cualitativo desde el punto de vista conceptual, al diseñar y constituir un sistema de cobertura universal (incluidos los inmigrantes irregulares), financiado mediante impuestos y de carácter gratuito en el punto de la prestación, a excepción de los medicamentos recetados a menores de 65 años de edad, que debían participar en el pago mediante una aportación del 40% del PVP con algunas excepciones. Un sistema descentralizado que traspasó en su totalidad las competencias en materia sanitaria a las 17 consejerías de sanidad autonómicas que desde 2002, fecha en que finalizó el proceso de transferencias a todas las CCAA- tienen la principal jurisdicción y responsabilidad sobre la organización, gestión y prestación de los servicios sanitarios.

La LGS establecía como criterios fundamentales la integración efectiva de los servicios sanitarios, la efectividad del derecho a la salud, la equidad y la coordinación de las actuaciones públicas, para "mantener el funcionamiento de los servicios públicos sobre mínimos uniformes y, en fin, lograr una efectiva planificación sanitaria que mejore tanto los servicios como sus prestaciones".

Se trataba de poner en marcha y desarrollar un SNS teniendo en cuenta una serie de principios básicos generales que se enumeraban en el artículo tres de la norma: promoción, prevención, universalidad, igualdad efectiva, y superación de desequilibrios territoriales y sociales. El artículo siete también expresa que los servicios sanitarios "adecuarán su organización y funcionamiento a los principios de eficacia, celeridad, economía y flexibilidad".

Luces y sombras

A partir de una inicial indefinición de plazos y de un desarrollo posterior siempre sujeto a la inevitable limitación de recursos presupuestarios, con grandes dosis de voluntarismo no exento de tensiones y dificultades, la historia de la LGS y de la configuración del SNS es la de una serie de acuerdos y desacuerdos, encuentros y desencuentros, territoriales, administrativos, políticos y profesionales (cabe recordar aquí que la ley nació sin consenso con las profesiones sanitarias ni con el principal partido de la oposición, entonces Alianza Popular, que se opuso frontalmente). Esta evolución le ha hecho consolidarse como un pilar fundamental del Estado del Bienestar, que ha conseguido levantar un sistema sanitario público que sin duda se encuentra entre los más avanzados, con excelentes resultados en salud, en satisfacción de los ciudadanos y en eficiencia. Puede decirse que La LGS vino a sustituir criterios de beneficencia por derechos sanitarios constituyendo un sistema sanitario que posteriormente ha ido completándose con otras normas fundamentales, entre otras: Ley de Autonomía del Paciente, Ley de Cohesión y Calidad del SNS, Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, Ley de garantías y uso racional de medicamentos y productos sanitarios, etc.


Una agenda sanitaria para el futuro

Tenemos un SNS eficiente y muy coste-efectivo que, a pesar de las dificultades de los últimos años, ha conseguido mantener un alto nivel de prestaciones, siendo ejemplo y referencia en muchos ámbitos y servicios. Todo ello ha sido posible en gran medida gracias al desempeño y al esfuerzo personal de los profesionales sanitarios que, indudablemente, son el elemento central y principal activo del sistema.

A pesar de los logros alcanzados, es evidente que son muchos los retos que aún quedan por delante
Más allá de la gestión del día a día –lo urgente- la agenda sanitaria para el futuro del SNS –lo necesario- debería contemplar una serie de objetivos, repetidamente señalados, entre los cuales los más importantes pasan por establecer e implantar criterios de buen gobierno de la sanidad, redefinir el papel de liderazgo del Ministerio de Sanidad y fortalecer el Consejo Interterritorial del SNS como órgano rector y de coordinación; recuperar y vincular el derecho a la salud (asistencia sanitaria) a la condición de ciudadanía; diseñar mecanismos y fórmulas que garanticen (en la medida de lo posible) la sostenibilidad financiera del SNS teniendo en cuenta la arquitectura competencial del las CCAA; mejorar los elementos de coordinación y cohesión, -como el Fondo de Cohesión Sanitaria o los servicios de referencia del SNS-; establecer garantías de igualdad y accesibilidad a los servicios por parte de los ciudadanos, así como de calidad y uniformidad en la cartera de servicios comunes.

El sistema sanitario, como institución fundamental de servicio público, es un instrumento social insustituible en el proceso de legitimación del Estado del bienestar, lo que hace más necesario si cabe llevar a cabo las reformas estructurales que sirvan para reorientar y garantizar la consistencia y la sostenibilidad de las arquitecturas sociales en cuanto a prestaciones públicas y servicios asistenciales. Es justo reconocer que a lo largo de los últimos treinta años, en todo el tiempo transcurrido desde su promulgación, la LGS ha constituido sin duda una herramienta básica y una pieza clave para el desarrollo y mejora de la sanidad pública y del sistema sanitario.

Ha querido el azar que coincida esta efeméride con el cuarto aniversario de la entrada en vigor del malhadado RDL 16/2012 de 24 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones, cuyo nombre y denominación es a todas luces una enorme muestra de cinismo e hipocresía y que ha constituido sin duda la mayor agresión y el ataque frontal más descarado al espíritu generoso y solidario de la Ley General de Sanidad. Sirvan estas líneas para pedir una vez más su derogación por el futuro Gobierno, sea éste el que sea… 


domingo, 17 de abril de 2016

Recordando los Derechos de los Pacientes


   Christina’s World, de  Andrew Wyeth
[Pintado en 1948, este cuadro es probablemente el lienzo más famoso de su autor. La joven que aparece en el cuadro es Christina Olsen, la vecina de artista en Maine –aunque el modelo era realmente su mujer. Christina había padecido poliomielitis de joven y la enfermedad le había provocado la pérdida de su capacidad de caminar. Poco amante de la silla de ruedas, era habitual que saliese arrastrándose por el campo para sentirse un poco más libre; su mundo era realmente pequeño: sólo los pocos metros que podía alejarse de la casa de su familia, que aparece en el horizonte, al fondo de la composición.]

A pesar de las (grandes) diferencias existentes entre los distintos sistemas sanitarios de los países de la Unión Europea, la Red Ciudadanía Activa (Active Citizen Network), junto a un importante grupo de organizaciones europeas de ciudadanos, propuso en noviembre de 2002 la denominada “Carta Europea de los Derechos de los Pacientes”donde se recogían un conjunto de derechos que en su mayor parte se han ido incorporando con posterioridad en la legislación y normativa específica de los países miembros. Estos derechos están también relacionados con varias declaraciones internacionales y recomendaciones hechas públicas por la OMS y el Consejo de Europa. Incluyen estándares de organización y parámetros técnicos así como patrones y comportamientos profesionales. La Carta pretende reforzar el grado de protección de los derechos de los pacientes y ciudadanos en los diferentes contextos nacionales y constituir una herramienta para la armonización de los Sistemas Sanitarios europeos que favorezca los derechos de los pacientes y los ciudadanos.

En 2007 el Parlamento Europeo estableció la fecha del 18 de abril para conmemorar el Día Europeo de los Derechos de los Pacientescon el objetivo de garantizar la calidad y protección de los servicios y promover la participación institucional y comunitaria de la ciudadanía en la elaboración de políticas de salud, para conseguir una mayor implicación en la gestión y desarrollo de los Sistemas Sanitarios.

En España diferentes normativas han ido incorporando y recogiendo los derechos de los pacientes, desde la propia Ley General de Sanidad de 1986, pasando por la Ley de Autonomía del Paciente del año 2002 y la Ley de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud de 2003. 

En Castilla-La Mancha la Ley de Ordenación Sanitaria del año 2000 reconoce a los
ciudadanos y ciudadanas como titulares de derechos y deberes. Posteriormente, diferentes normas han ido incorporando a nuestro Sistema Sanitario público diferentes derechos hasta 2010 en que se aprueba la Ley sobre derechos y deberes en materia de salud de Castilla-La Mancha.

El Día Europeo que se conmemora este año en su décimo aniversario pone especial énfasis en la obligación y el cumplimiento de todos los derechos recogidos en la Carta Europeaderecho a medidas preventivas; derecho al acceso; derecho a la información; derecho al consentimiento informado; derecho a la libre elección; derecho a la privacidad y la confidencialidad; derecho al respeto del tiempo del paciente; derecho al cumplimiento de unos estándares de calidad; derecho a la seguridad; derecho a la innovación; derecho a evitar el sufrimiento y el dolor innecesarios; derecho a un tratamiento personalizado; derecho a reclamar y derecho a recibir compensación.

Desde todas las instituciones y administraciones sanitarias es necesario seguir insistiendo en la importancia y el alcance que supone el reconocimiento y respeto a (de) estos derechos, independientemente de las dificultades políticas y más allá de las limitaciones económicas o financieras existentes (y de las constantes llamadas y apelaciones a la sostenibilidad).

Sin embargo, hablar de derechos de los pacientes es hablar de humanización de la asistencia. En el contexto sanitario el concepto de humanización hace referencia al abordaje integral de la persona, donde interactúan las dimensiones biológica, psicológica, social y conductual. Humanizar la asistencia significa hacerla digna del ser humano y coherente, por tanto, con los valores que él siente como peculiares e inalienables.

Las personas que se enfrentan a una enfermedad y sus familiares son atendidas por profesionales competentes que tienen los conocimientos necesarios y la suficiente experiencia en el tratamiento de su patología, buscando siempre el bienestar físico, psíquico y social de los pacientes y la humanización de la asistencia sanitaria, es decir, teniendo siempre en cuenta que los medios no pueden suplantar el fin y de que la raíz de la relación asistencial es la atención, el respeto y la mirada atenta a la persona. No hacerlo así es sucumbir a la ‘corrosión’ de las relaciones clínico-asistenciales que deben ser siempre unas relaciones personales basadas en la confianza. (A veces se produce algún terrible ejemplo de ese ‘reverso tenebroso’, que es la deshumanización)…
Por ello, en este día resulta oportuno también manifestar el respaldo y apoyo a todos esos profesionales sanitarios que atienden de una manera integral a las personas afectadas por la enfermedad, para hacer posible el compromiso de establecer una alianza estratégica necesaria entre pacientes, profesionales y Administración sanitaria con la finalidad de conseguir unos servicios de calidad en los que se garanticen plenamente los derechos de los pacientes.